Epílogo - In memoriam Gabriel Ferrater
A Elda que me soporta estoicamente, ella sabe la fecha, yo la he olvidado.
Los troyanos maldecirán mi nombre pues soñé que en mis brazos tuve a Helena, como habrás olvidado, y nada te recuerda.
que estas palabras de orgullo y de dolor
que ahora te escribo
no sean bien acogidas
por la imagen que cuidas y atesoras
en el árbol soñado donde duermes,
nada es más caro a tu alma cobarde
que, entre la gente, pasear sin mancha
aunque dejes llorando a quien te quiere.
Te turbará que ya no me atormente
saber que nunca tuve lo perdido,
que dejé de quererte sin pensarlo
de la misma manera que te amaba,
y que ya no me enerve contemplarte,
ni el soplo redentor
que me entregó tu risa.
Aquí yace el dolor de esta derrota;
el arrepentimiento de aquel que reconoce
haber perdido alas en esfuerzo vano.
En mi escuálida historia de aventuras
se me fue la cabeza por preciosas
que guardaban veneno en sus entrañas.
Mas nunca me sentí tan indefenso
en el impulso de borrar
lo otrora venerado,
pues deseé vivir entre ruinas
que me dieran la magia del momento
donde pude sentir lo que no era.
… … … … … … … … …
Yo no te regalé promesas lisonjeras
que no podía cumplir, ni halagos tiernos
que ablandaran un alma que no sufre ni goza.
… … … … … … … … … …
Ya no me importa adónde va la daga
de tu sonrisa dulce, acogedora,
a qué faro en la noche te aproximas
cuando duerme la lengua de los sabios
que colmarán de flores tus paredes,
ya no me importa el pliegue de tu falda,
ya no me importa la voz de tu desprecio
ni en la calle ruidosa a quienes mires.
Hay triunfo que se forja en la derrota,
y otoño que se torna primavera.
Al emprender de nuevo otro viaje
no me llevo de ti ni la alegría
que llevaste a mi alma prisionera.
He de tomar la nave que me aguarda
sin destino, sin luz, sin rumbo cierto,
y no mirar atrás cuando me llames...