Animal-que-me-miras-fijamente
Publicado: Dom, 21 Feb 2016 17:04
Buenos días,
Animal-que-me-miras-fijamente,
acribillando las niñas del amanecer con preguntas de cal;
Animal, buenos días.
Disculpa que te llame así,
es solo que te presiento al despertar husmeándome
el alma,
descomponiendo los ojos poliédricos del día
con tu sombra implacable;
aquí, acurrucado junto a mis pies, al calor de mis manos,
que se amotinan al oír el zumbido de las moscas
del deber;
somnoliento y doméstico
a la hora
en que la luz arroja su semen de esparto
en mi enmohecido cráneo.
Hace tiempo que no hablamos tú y yo;
hace tiempo
que esquivo tu mirada, huyendo tras la marcha militar
del destino,
y así paso las horas, los días,
bailando un vals de paja y obsidiana
con la nada.
Díme, Animal, pregúntate;
¿quién lava más blanco:
la muerte o el olvido?
(si es que la muerte es muerte,
si es que el olvido puede un día volvernos blancos).
Ellos se han vuelto ausencia: se fueron, Animal,
ahora son pasto de la tierra, del aire, del silencio;
y yo soy pasto del gusano que habita en los recuerdos.
Tejo y destejo sombras, tejo y destejo pájaros, y vuelvo a destejer
subjuntivos y pálpitos;
ato latidos huérfanos a lejanas auroras;
ahora quiero vestir las palabras truncadas,
descifrar cada código, cada fracción del ayer,
cada centímetro cuadrado
de mis interrogantes, descender lentamente los peldaños
del “por qué”,
del “cuándo”,
del “jamas”...
Disculpa este brusco abordaje,
Animal,
- y disculpa si te llamo Animal
(aunque sé que no existes)-
Es que hace tanto tiempo que no hablamos tú y yo,
¡tanto tiempo!
Adiós, animal-que-me-miras-fijamente.
Hasta siempre...
Animal-que-me-miras-fijamente,
acribillando las niñas del amanecer con preguntas de cal;
Animal, buenos días.
Disculpa que te llame así,
es solo que te presiento al despertar husmeándome
el alma,
descomponiendo los ojos poliédricos del día
con tu sombra implacable;
aquí, acurrucado junto a mis pies, al calor de mis manos,
que se amotinan al oír el zumbido de las moscas
del deber;
somnoliento y doméstico
a la hora
en que la luz arroja su semen de esparto
en mi enmohecido cráneo.
Hace tiempo que no hablamos tú y yo;
hace tiempo
que esquivo tu mirada, huyendo tras la marcha militar
del destino,
y así paso las horas, los días,
bailando un vals de paja y obsidiana
con la nada.
Díme, Animal, pregúntate;
¿quién lava más blanco:
la muerte o el olvido?
(si es que la muerte es muerte,
si es que el olvido puede un día volvernos blancos).
Ellos se han vuelto ausencia: se fueron, Animal,
ahora son pasto de la tierra, del aire, del silencio;
y yo soy pasto del gusano que habita en los recuerdos.
Tejo y destejo sombras, tejo y destejo pájaros, y vuelvo a destejer
subjuntivos y pálpitos;
ato latidos huérfanos a lejanas auroras;
ahora quiero vestir las palabras truncadas,
descifrar cada código, cada fracción del ayer,
cada centímetro cuadrado
de mis interrogantes, descender lentamente los peldaños
del “por qué”,
del “cuándo”,
del “jamas”...
Disculpa este brusco abordaje,
Animal,
- y disculpa si te llamo Animal
(aunque sé que no existes)-
Es que hace tanto tiempo que no hablamos tú y yo,
¡tanto tiempo!
Adiós, animal-que-me-miras-fijamente.
Hasta siempre...