El cometa
Publicado: Mar, 09 Feb 2016 9:36
Esta es la casa en ruinas.
Nadie ve la piedra blanda.
Sólo ruina. Pero los sillares
están redondeados,
de modo que si se apoya la cabeza
sobre el ángulo romo, se siente
en el cuello un frescor hondo,
como si ahí hubiese un río detenido;
la carcasa de la lengua
que obliga a mirar al cielo,
el cansancio
que nada dice.
Pasan los pájaros grandes y pequeños
con las patas encogidas
y las alas desplegadas.
El corazón es una sombra
que no tiene techo.
Tu pelo blando, babosa
de terciopelo, lo imagino aquí;
hebra extendida entrando al ojo,
mezclada a todo filamento donde apoyo
el grosor sobrante de mi mano;
los perfiles no heridos por el tacto,
la madura tensión del índice volcando
lo no señalado adentro de su yema.
Tu pelo blando, endurecido.
Fósil de viento,
fosa de la memoria.
Lo negro es más celeste,
es la masticación de lo celeste.
Una nube se arroja contra otra nube
y cae un zumo de límites al cuerpo
que no está en la parte humedecida,
revelada por la mancha.
La cabeza sigue, avanza,
apoyada en un peso fantasmal y suave
como un beso en la nuca
a espaldas de la gravedad y cientos
de ramos trashumantes van rodeando la flor,
quizás un loto
que no sabe pensar y aprende a hundirse
sofocando las ondas del adiós.
Tu pelo en la palma de mi mano
cabellera que me arranca el puño
del pensamiento.
Nadie ve la piedra blanda.
Sólo ruina. Pero los sillares
están redondeados,
de modo que si se apoya la cabeza
sobre el ángulo romo, se siente
en el cuello un frescor hondo,
como si ahí hubiese un río detenido;
la carcasa de la lengua
que obliga a mirar al cielo,
el cansancio
que nada dice.
Pasan los pájaros grandes y pequeños
con las patas encogidas
y las alas desplegadas.
El corazón es una sombra
que no tiene techo.
Tu pelo blando, babosa
de terciopelo, lo imagino aquí;
hebra extendida entrando al ojo,
mezclada a todo filamento donde apoyo
el grosor sobrante de mi mano;
los perfiles no heridos por el tacto,
la madura tensión del índice volcando
lo no señalado adentro de su yema.
Tu pelo blando, endurecido.
Fósil de viento,
fosa de la memoria.
Lo negro es más celeste,
es la masticación de lo celeste.
Una nube se arroja contra otra nube
y cae un zumo de límites al cuerpo
que no está en la parte humedecida,
revelada por la mancha.
La cabeza sigue, avanza,
apoyada en un peso fantasmal y suave
como un beso en la nuca
a espaldas de la gravedad y cientos
de ramos trashumantes van rodeando la flor,
quizás un loto
que no sabe pensar y aprende a hundirse
sofocando las ondas del adiós.
Tu pelo en la palma de mi mano
cabellera que me arranca el puño
del pensamiento.