Editorial Alaire

Puede que vuelvas algún día
el amor no termina,
el cielo pasa
los cántaros se vacían
las hoces se arrinconan y se oxidan.

Puede que pise ceniza
después de un incendio en los collados
cuando el aire quema.

Y no basta gritar
aunque los lobos y duendes
rían en libertad
de ramas verdes y cántaros de luz.

Puede que retornes del pasado
husmeando en caricias
cuando sube la luna,
bailando alegres
mientras el vino dura en nuestros vasos.

Y puede ser
que el destino sólo sea un charco:
que la bruma gris
de destellos en la noche
con las varas en alto,
que la soledad sin fin de las estrellas
conserven su calor
con la quietud entorno,
como una piedra que rueda por los montes
en el viejo rumor azul de los olivos hondos,
que la infinita caricia del aire crea
en el rincón más frágil del silencio.

Todo puede ser con estos magníficos versos. Un disfrute leerte.
Besos
Pilar

Qué el destino sólo sea un charco; madre mía qué buen verso, Carmen.

Aplausos y felicidad.

Muy bello querida Carmen, un abrazo, amiga.

Pilar Morte escribió:Todo puede ser con estos magníficos versos. Un disfrute leerte.
Besos
Pilar

Gracias Pilar.
Un placer que me leas
Besos

Me ha encantado el poema, Carmen, la belleza sublime y sutil de sus versos.
Un abrazo.

Preciosas imágenes y una secuencia que borda la esperanza...
Un gusto leerte querida amiga...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Carmen Pla escribió:Puede que vuelvas algún día
el amor no termina,
el cielo pasa
los cántaros se vacían
las hoces se arrinconan y se oxidan.

Puede que pise ceniza
después de un incendio en los collados
cuando el aire quema.

Y no basta gritar
aunque los lobos y duendes
rían en libertad
de ramas verdes y cántaros de luz.

Puede que retornes del pasado
husmeando en caricias
cuando sube la luna,
bailando alegres
mientras el vino dura en nuestros vasos.

Y puede ser
que el destino sólo sea un charco:
que la bruma gris
de destellos en la noche
con las varas en alto,
que la soledad sin fin de las estrellas
conserven su calor
con la quietud entorno,
como una piedra que rueda por los montes
en el viejo rumor azul de los olivos hondos,
que la infinita caricia del aire crea
en el rincón más frágil del silencio.

Creas un ambiente esperanzador y sutil, Carmen, donde todo puede ser. Un abrazo. ERA