De la vida
Publicado: Mar, 18 Dic 2007 5:35
De la vida
A pesar de creer saberlo todo, no dejo de sorprenderme. No sé cuándo, ni el lugar preciso en que la vida nos va robando la inocencia, no recuerdo los motivos, pero un día se desvanece y se va alejando la Fe.
Recuerdo aquel lunes de enero, el hospital blanco y frío, los médicos corriendo a la habitación y ese escalofrío que aun me recorre el cuerpo cuando me traslado a aquel instante. No tenían que decírmelo, ya lo sabía, ella había muerto... esa puñalada por la espalda que me dió la vida, supe en seguida que la vida traiciona, que existe lo injusto, me familiaricé con el dolor, guardé toda lágrima y me cubrí de acero. (Cabe mencionar que el dolor verdadero es mudo, vacío, gris y ahoga lentamente).
Era entonces una niña y aprendí a luchar contra la tristeza que me causaba su ausencia, traté de evadir las fechas, que significan tanto en la niñez.
Mi padre, a falta de ella, nos llenó de todo lo que suponía nos haría felices a mis hermanos y a mi.
De pronto fui un ser caprichoso y algo manipulador. Fue corto ese período por que quise vivir de prisa y la vida misma nos frena, nos corta las alas. Un día cualquiera conocí otro tipo de gente tan diferente al mundo que yo conocía, eran personas consecuentes, intelectuales, algo soñadores. No sé si fue un error, pero estando con ellos tropecé con la conciencia, me rebelé contra la pobreza, quería cambiar el mundo, más nunca imaginé que no hay cambios instantáneos, que las luchas son constantes y que la humanidad cambia velos, se vuelve sanguinaria, ansiosa de poder.
En estos momentos de la vida he vivido tanto, conocido algo del mundo y recuento momentos felices e infelices, no se cuales tienen más peso pero todos mis días aprendo más sobre el ser humano y no termino de asombrarme cuando siento toda la maldad, la cruel envidia y ese disfraz de la hipocresía que muchos visten.
Me conmuevo con el dolor, como si fuera propio y me lastima la guerra cuando observo esos niños en medio del conflicto y fabrico historias de cómo murieron sus familias y del dolor que llevan dentro y cosas así.
A veces me río, por no decir que me burlo de las religiones y de los fanáticos de esos que se cubren de amor, de paz, que se jactan de ser buenos y llevan una vida que deja mucho de que hablar porque predican lo que no practican... ¡Oh! esta humanidad.
Cuando conocí a Oscar y su hablar revolucionario, su manera de defender la justicia, creció en mi la admiración por él.
Sólo tuve que convertirme en su mujer y compartir la vida para darme cuenta que no todo lo que brilla es oro.
No sé si escribo para que mis letras alcancen la verdad o alguna respuesta, y mientras debato con todo este cuestionario de vida imagino que quizás todo sea una pesadilla y que voy despertar,que mi madre estará en casa, mi padre nos llevara a patinar y seguramente algún día me casare con un señor y viviré en una casa rodeada de flores con niños y un perro fiel.
A pesar de creer saberlo todo, no dejo de sorprenderme. No sé cuándo, ni el lugar preciso en que la vida nos va robando la inocencia, no recuerdo los motivos, pero un día se desvanece y se va alejando la Fe.
Recuerdo aquel lunes de enero, el hospital blanco y frío, los médicos corriendo a la habitación y ese escalofrío que aun me recorre el cuerpo cuando me traslado a aquel instante. No tenían que decírmelo, ya lo sabía, ella había muerto... esa puñalada por la espalda que me dió la vida, supe en seguida que la vida traiciona, que existe lo injusto, me familiaricé con el dolor, guardé toda lágrima y me cubrí de acero. (Cabe mencionar que el dolor verdadero es mudo, vacío, gris y ahoga lentamente).
Era entonces una niña y aprendí a luchar contra la tristeza que me causaba su ausencia, traté de evadir las fechas, que significan tanto en la niñez.
Mi padre, a falta de ella, nos llenó de todo lo que suponía nos haría felices a mis hermanos y a mi.
De pronto fui un ser caprichoso y algo manipulador. Fue corto ese período por que quise vivir de prisa y la vida misma nos frena, nos corta las alas. Un día cualquiera conocí otro tipo de gente tan diferente al mundo que yo conocía, eran personas consecuentes, intelectuales, algo soñadores. No sé si fue un error, pero estando con ellos tropecé con la conciencia, me rebelé contra la pobreza, quería cambiar el mundo, más nunca imaginé que no hay cambios instantáneos, que las luchas son constantes y que la humanidad cambia velos, se vuelve sanguinaria, ansiosa de poder.
En estos momentos de la vida he vivido tanto, conocido algo del mundo y recuento momentos felices e infelices, no se cuales tienen más peso pero todos mis días aprendo más sobre el ser humano y no termino de asombrarme cuando siento toda la maldad, la cruel envidia y ese disfraz de la hipocresía que muchos visten.
Me conmuevo con el dolor, como si fuera propio y me lastima la guerra cuando observo esos niños en medio del conflicto y fabrico historias de cómo murieron sus familias y del dolor que llevan dentro y cosas así.
A veces me río, por no decir que me burlo de las religiones y de los fanáticos de esos que se cubren de amor, de paz, que se jactan de ser buenos y llevan una vida que deja mucho de que hablar porque predican lo que no practican... ¡Oh! esta humanidad.
Cuando conocí a Oscar y su hablar revolucionario, su manera de defender la justicia, creció en mi la admiración por él.
Sólo tuve que convertirme en su mujer y compartir la vida para darme cuenta que no todo lo que brilla es oro.
No sé si escribo para que mis letras alcancen la verdad o alguna respuesta, y mientras debato con todo este cuestionario de vida imagino que quizás todo sea una pesadilla y que voy despertar,que mi madre estará en casa, mi padre nos llevara a patinar y seguramente algún día me casare con un señor y viviré en una casa rodeada de flores con niños y un perro fiel.