Horadar
Publicado: Jue, 05 Jun 2008 20:08
Horadar
Quedan cinco minutos en éste sueño
lo sé porque puedo verme dentro
omnisciente de que ha amanecido.
Afuera la gente se dispone a ir a entender.
La madre que perdió su hijo en la hoguera,
y la madre que lo ve escaparse entre las hojas,
no son el mismo otoño.
Nadie se conmueve al ver los relojes dar vueltas
en la escena inmóvil de los niños marginados.
Yo lo sé y no hace mella quién más lo sepa.
Cuatro minutos esperan encenderse,
son velas que se derriten a mi alrededor con lentitud.
es una pesadilla porque aunque lo sé,
no puedo violar al tiempo
el acontecerse,
es más humano violarlo cuando se mueve de prisa.
Me cuesta mucho despertarme.
Ese es mi único trabajo hoy.
El techo ni la comida me son suficientes para entender
lo desprotegido de las ideas y las percepciones,
en un segundo quizás se abra la puerta
y logren entrar los saltamontes que lloran por juntarse.
Son olas que inundan el poema incauto de mi ignorancia
y cunden las esferas de mis ojos,
buscan disolverse en mi retina y emprender un viaje
al fondo de mi visión.
Tomó otra hora.
¿Qué quedará para resolver sus nudos?
No sé qué trasbordar,
sin que tenga que dejarme atrás.
Las maletas llevan los documentos y las fotografías.
Todo sobre mis piernas,
ellas no dan más.
Dos horas desorientadas
hasta ver la bandada de pájaros regresar del cielo.
Me despierto con un miedo intenso.
No entiendo cómo es que convergen
en mi cerebro reproductivo,
Y en vez de dar a luz,
exhuman los muertos.
Se alzan apariciones que apestan a realidad.
No corresponde nada con el camino que traía mi sonrisa.
Armonizaciones y partituras se retractan en la luz de las alforjas de mi boca
y miro sus manos quebrarse como ramas secas al chocar contra los vidrios.
Hay un nombre rayado sobre el cristal sucio de la ventanilla,
quiso estar en alguna parte,
ese afán de talar…
yo me vuelvo un origami en las manos de las servilletas,
Es, a mi entender, el modo de preservarse.
Ya no beso. No abrazo ni copulo con el aura de las margaritas.
Las reemplacé por unas botas prácticas
para atravesar la fosa común de mis antepasados,
era la única manera de seguir adelante.
(No se podía mover ni una migaja de la hostia sagrada de las marañas)
me queda para mí un minuto. No voy a despertarme.
Sin embargo ahí viene el mundo con su rifle de preguntas,
Con el manojo absurdo de sus llaves a romperme la cabeza.
A demandar su cobro, su interés,
la deuda que tengo con la humanidad por mis ojos
A que atestigua y ponga en la balanza las piedras que recogí.
Un minuto,
sesenta segundos
hacia éste instante
oscilante, pendiente de mi única pregunta
a la muerte.
E. R. Aristy
Ramsey, New jersey
ERA©2008
Quedan cinco minutos en éste sueño
lo sé porque puedo verme dentro
omnisciente de que ha amanecido.
Afuera la gente se dispone a ir a entender.
La madre que perdió su hijo en la hoguera,
y la madre que lo ve escaparse entre las hojas,
no son el mismo otoño.
Nadie se conmueve al ver los relojes dar vueltas
en la escena inmóvil de los niños marginados.
Yo lo sé y no hace mella quién más lo sepa.
Cuatro minutos esperan encenderse,
son velas que se derriten a mi alrededor con lentitud.
es una pesadilla porque aunque lo sé,
no puedo violar al tiempo
el acontecerse,
es más humano violarlo cuando se mueve de prisa.
Me cuesta mucho despertarme.
Ese es mi único trabajo hoy.
El techo ni la comida me son suficientes para entender
lo desprotegido de las ideas y las percepciones,
en un segundo quizás se abra la puerta
y logren entrar los saltamontes que lloran por juntarse.
Son olas que inundan el poema incauto de mi ignorancia
y cunden las esferas de mis ojos,
buscan disolverse en mi retina y emprender un viaje
al fondo de mi visión.
Tomó otra hora.
¿Qué quedará para resolver sus nudos?
No sé qué trasbordar,
sin que tenga que dejarme atrás.
Las maletas llevan los documentos y las fotografías.
Todo sobre mis piernas,
ellas no dan más.
Dos horas desorientadas
hasta ver la bandada de pájaros regresar del cielo.
Me despierto con un miedo intenso.
No entiendo cómo es que convergen
en mi cerebro reproductivo,
Y en vez de dar a luz,
exhuman los muertos.
Se alzan apariciones que apestan a realidad.
No corresponde nada con el camino que traía mi sonrisa.
Armonizaciones y partituras se retractan en la luz de las alforjas de mi boca
y miro sus manos quebrarse como ramas secas al chocar contra los vidrios.
Hay un nombre rayado sobre el cristal sucio de la ventanilla,
quiso estar en alguna parte,
ese afán de talar…
yo me vuelvo un origami en las manos de las servilletas,
Es, a mi entender, el modo de preservarse.
Ya no beso. No abrazo ni copulo con el aura de las margaritas.
Las reemplacé por unas botas prácticas
para atravesar la fosa común de mis antepasados,
era la única manera de seguir adelante.
(No se podía mover ni una migaja de la hostia sagrada de las marañas)
me queda para mí un minuto. No voy a despertarme.
Sin embargo ahí viene el mundo con su rifle de preguntas,
Con el manojo absurdo de sus llaves a romperme la cabeza.
A demandar su cobro, su interés,
la deuda que tengo con la humanidad por mis ojos
A que atestigua y ponga en la balanza las piedras que recogí.
Un minuto,
sesenta segundos
hacia éste instante
oscilante, pendiente de mi única pregunta
a la muerte.
E. R. Aristy
Ramsey, New jersey
ERA©2008