Unidad hermética
Publicado: Mar, 17 Nov 2015 2:09
El gusano gordo que riza sus cabellos al caer la tarde,
es el cielo: Un plomizo melón deshecho en la boca
del gigante que llora en silencio.
La unidad de los contrarios ata los cordones
al cianótico sueño de un cielo de uvas.
Apenas tuvimos tiempo de rodear bolsas de aire
cuando el árbol se abalanzó sobre una mujer,
que a la salida del cine se pintaba los labios.
Apenas olvidamos su nombre recitado por una butaca,
sucia y polvorienta como la gaviota del Partido Popular.
Un aire de renovación mancilló los dientes
de la joven que se hizo mayor en el cine
( no debería haber visto aquella película de cawboys
tirando de los pelos a Mariano Rajoy ).
Sin duda alguna vistes de blanco y me tapas la boca
con papel de fieltro y vino moscatel.
Y es cierto, como el otoño de las avenidas,
que ahora el cielo se enreda a mujeres desprevenidas
y juega a ser torero.
Entre las faldas de la noche suena otra vez aquella canción
nevada sobre las lenguas que recorren las avenidas.
Y es posible que ahora me escuches en la luz del semáforo
y no es querible un azul sin risa ni fondo de casas blancas.
Tampoco es cierto que cristalicen las nubes en tu hígado,
como tampoco es cierta una entraña pulverizada
( discurso entre celeste y blanco satén ).
Si acaso algo sí es cierto, es la taza del water
que siempre encontramos en el mismo lugar.
¿Te fijaste en aquella hoja de afeitar
arrimada a una tarde de domingo?
Ven con las hojas del último árbol que se suicidó
pensando que él era igual a una gaviota,
discurre por la grava granizada de un batido
y háblame de las amapolas que alzan los puños.
Unta el desengaño ( la blanda mantequilla )
en el cuadrilátero de mi respiración,
perfumada en el sueño de la morera
que trepa al árbol y, desde lo alto,
llora el silencio vertical de la seda
posándose en la hoja de la cuchilla.
El frío de la aguja sostiene mi respiración.
Y un susto maquilla a un niño,
cuando éste espanta la gravilla
que el demonio lanza a sus ojos;
ausentes como la nieve
en un fondo blanco.
Si por lo menos la redondez de sus labios
semejase la vergüenza de un estanque,
si al menos corriera la cortina de sus ojos.
Si engordara el aire con la saliva del silencio
sostenido en las avenidas del Partido Popular.
Si aún brillara Scarlett Johansson
en la mirada de Mariano Rajoy.
Si hubieran plantaciones para implantar sonrisas.
Si me escucharas
sabrías operar, a corazón abierto, a un fantasma,
pero, como te fuiste a pedir fuego al demonio,
no es posible diseñar el catéter apto para la ausencia
de la gaviota.
Terrible compás digital enviando whatsapps
en plena intervención de las hormigas aliadas
en el campo santo de la moribunda europa.
A cambio de nada no se hizo el fuego, aunque ardan
trigales dorados como la miel de las vasijas,
que contienen la respiración del príncipe azul.
¿Qué tienes que decirme de las manos de él?
¿Alcanzaste a oler el polvo de estrellas,
cuando rasgaba la piedra silenciosa
del olvido del recuerdo,
del pasado erosionado?
¿Pronunciaste palabras en miniatura
cuando la llama prendió el cigarrillo?
A estas alturas, antes de caer, deberíamos saber
que en bolsas de plástico sueña la OTAN.
Y no importa cruzar el semáforo en rojo,
si los pájaros arden en los vientres
de la adolescencia.
Si mancilló la rama el ruiseñor pubescente,
aún es posible ver el rostro de la virgen
en las llamas de un cajero automático.
¿Recuerdas la letra sin fondo de aquella canción,
acompañando la soledad del vino
junto a los jóvenes que llevaban botellas
de coca-cola?
El bordillo a la entrada de la noche,
sí malgasta su tiempo contando estrellas
y soñando con hacer el amor con los pies.
Búscame una vagina aceitunada
para lubricar la soledad
del recuerdo.
¿Cómo es posible que en carnaval
te disfraces de guardia civil?
Acaso, ¿no viste llorar a los pañuelos?
Era un día de campo cerrado
cuando nos conocimos;
nadabas en mis ojos
que te perseguían.
Te llevabas todo el aire,
azotabas las ramas
y caían los pájaros,
muertos
de miedo.
Salías de tu realidad virtual
cuando estrechabas mis manos
y besabas la sal
de mis labios.
En las grietas del dolor plantabas semillas,
colocabas frases negras en las ranuras
de una lengua sin tiempo.
Luego me hablabas de mi familia,
pronunciabas un silencio oscuro,
en el fondo de los años dormido
( para siempre olvidado ).
Pero no, no es cierto todo lo que no dijiste,
para ello tendrían que arder las pistolas
con las que se ganan la vida los delincuentes.
Por favor, déjame un rato solo, pensando
la acidez de un estómago saturado.
Pues la destilación del otoño duerme
y es preciso no molestar el descanso
de las termitas que sueñan con su vientre.
Sí, es cierto lo que ahora digo.
Es cierto al igual que una vasija
no conoce el líquido que contiene.
Pues, un cuerpo no es consciente
de sus límites en el tiempo.
Además, nunca habló con el amor
y, sin embargo, cree en él.
Así creo yo en las arterias,
así me piensa mi sangre,
te pienso sin hablar.
Tú eres anterior al silencio
ya que yo no soy nada.
Si acaso fuera, soy el rostro
de la fermentación
y estoy de paso, como el otoño.
Hoy déjame ser una hoja dormida
en la unidad hermética
de una bolsa de aire
( mi bolsa ).
No sacudas más la ausencia
que anticipa mi descanso
en un invierno frío.
es el cielo: Un plomizo melón deshecho en la boca
del gigante que llora en silencio.
La unidad de los contrarios ata los cordones
al cianótico sueño de un cielo de uvas.
Apenas tuvimos tiempo de rodear bolsas de aire
cuando el árbol se abalanzó sobre una mujer,
que a la salida del cine se pintaba los labios.
Apenas olvidamos su nombre recitado por una butaca,
sucia y polvorienta como la gaviota del Partido Popular.
Un aire de renovación mancilló los dientes
de la joven que se hizo mayor en el cine
( no debería haber visto aquella película de cawboys
tirando de los pelos a Mariano Rajoy ).
Sin duda alguna vistes de blanco y me tapas la boca
con papel de fieltro y vino moscatel.
Y es cierto, como el otoño de las avenidas,
que ahora el cielo se enreda a mujeres desprevenidas
y juega a ser torero.
Entre las faldas de la noche suena otra vez aquella canción
nevada sobre las lenguas que recorren las avenidas.
Y es posible que ahora me escuches en la luz del semáforo
y no es querible un azul sin risa ni fondo de casas blancas.
Tampoco es cierto que cristalicen las nubes en tu hígado,
como tampoco es cierta una entraña pulverizada
( discurso entre celeste y blanco satén ).
Si acaso algo sí es cierto, es la taza del water
que siempre encontramos en el mismo lugar.
¿Te fijaste en aquella hoja de afeitar
arrimada a una tarde de domingo?
Ven con las hojas del último árbol que se suicidó
pensando que él era igual a una gaviota,
discurre por la grava granizada de un batido
y háblame de las amapolas que alzan los puños.
Unta el desengaño ( la blanda mantequilla )
en el cuadrilátero de mi respiración,
perfumada en el sueño de la morera
que trepa al árbol y, desde lo alto,
llora el silencio vertical de la seda
posándose en la hoja de la cuchilla.
El frío de la aguja sostiene mi respiración.
Y un susto maquilla a un niño,
cuando éste espanta la gravilla
que el demonio lanza a sus ojos;
ausentes como la nieve
en un fondo blanco.
Si por lo menos la redondez de sus labios
semejase la vergüenza de un estanque,
si al menos corriera la cortina de sus ojos.
Si engordara el aire con la saliva del silencio
sostenido en las avenidas del Partido Popular.
Si aún brillara Scarlett Johansson
en la mirada de Mariano Rajoy.
Si hubieran plantaciones para implantar sonrisas.
Si me escucharas
sabrías operar, a corazón abierto, a un fantasma,
pero, como te fuiste a pedir fuego al demonio,
no es posible diseñar el catéter apto para la ausencia
de la gaviota.
Terrible compás digital enviando whatsapps
en plena intervención de las hormigas aliadas
en el campo santo de la moribunda europa.
A cambio de nada no se hizo el fuego, aunque ardan
trigales dorados como la miel de las vasijas,
que contienen la respiración del príncipe azul.
¿Qué tienes que decirme de las manos de él?
¿Alcanzaste a oler el polvo de estrellas,
cuando rasgaba la piedra silenciosa
del olvido del recuerdo,
del pasado erosionado?
¿Pronunciaste palabras en miniatura
cuando la llama prendió el cigarrillo?
A estas alturas, antes de caer, deberíamos saber
que en bolsas de plástico sueña la OTAN.
Y no importa cruzar el semáforo en rojo,
si los pájaros arden en los vientres
de la adolescencia.
Si mancilló la rama el ruiseñor pubescente,
aún es posible ver el rostro de la virgen
en las llamas de un cajero automático.
¿Recuerdas la letra sin fondo de aquella canción,
acompañando la soledad del vino
junto a los jóvenes que llevaban botellas
de coca-cola?
El bordillo a la entrada de la noche,
sí malgasta su tiempo contando estrellas
y soñando con hacer el amor con los pies.
Búscame una vagina aceitunada
para lubricar la soledad
del recuerdo.
¿Cómo es posible que en carnaval
te disfraces de guardia civil?
Acaso, ¿no viste llorar a los pañuelos?
Era un día de campo cerrado
cuando nos conocimos;
nadabas en mis ojos
que te perseguían.
Te llevabas todo el aire,
azotabas las ramas
y caían los pájaros,
muertos
de miedo.
Salías de tu realidad virtual
cuando estrechabas mis manos
y besabas la sal
de mis labios.
En las grietas del dolor plantabas semillas,
colocabas frases negras en las ranuras
de una lengua sin tiempo.
Luego me hablabas de mi familia,
pronunciabas un silencio oscuro,
en el fondo de los años dormido
( para siempre olvidado ).
Pero no, no es cierto todo lo que no dijiste,
para ello tendrían que arder las pistolas
con las que se ganan la vida los delincuentes.
Por favor, déjame un rato solo, pensando
la acidez de un estómago saturado.
Pues la destilación del otoño duerme
y es preciso no molestar el descanso
de las termitas que sueñan con su vientre.
Sí, es cierto lo que ahora digo.
Es cierto al igual que una vasija
no conoce el líquido que contiene.
Pues, un cuerpo no es consciente
de sus límites en el tiempo.
Además, nunca habló con el amor
y, sin embargo, cree en él.
Así creo yo en las arterias,
así me piensa mi sangre,
te pienso sin hablar.
Tú eres anterior al silencio
ya que yo no soy nada.
Si acaso fuera, soy el rostro
de la fermentación
y estoy de paso, como el otoño.
Hoy déjame ser una hoja dormida
en la unidad hermética
de una bolsa de aire
( mi bolsa ).
No sacudas más la ausencia
que anticipa mi descanso
en un invierno frío.