Editorial Alaire

Mi rostro no quiere un ayer. Le basta la ceniza
de los surcos, la escritura que parte de la sien
y no vuelve. Mi rostro confunde el cristal con
la noche, los reflejos con la memoria, la densidad
de un instante con el paso inocuo. Mi rostro
es un árbol caído entre los paisajes del hoy,
la huella que nadie ve en la primavera rota.
Mi rostro no se parece a mi, sus llagas son
oscuras, el resplandor no cabe en su perfil
de hoja. Mi rostro no me pertenece, quien
quiera recordar el equinoccio de un alma
esclarecida que arroje su efímera nieve lejos
del calor de una pausa. Sea pues el sol la luz
que se erige entre los álamos de un río que
se anuncia como latido y sur de un tiempo
inagotable.

Muy adentro se quedan siempre tus letras, profundos pensamientos que el poeta extiende creando un prisma de entendimiento.
Me ha encantado!
Un abrazo.

Qué bien escribes, Ramón, es un lujo asomarse a tus versos. Precioso poema
Besos
Pilar

Hermoso poema Ramón, es un placer leerte, un abrazo, amigo.

De nuevo un golpe lírico que acaece al mundo. Lo he sentido cercanísimo, Ramón.

Abrazos y enhorabuena; gracias por tan buena poesía.

Aparece un rostro que simula estar de otoño en el poema sumido en el color de la hojarasca
y en ambiente ultrainterior que traduce, a motu propio, la metáfora.

un abrazo

Carmen Pla escribió:Muy adentro se quedan siempre tus letras, profundos pensamientos que el poeta extiende creando un prisma de entendimiento.
Me ha encantado!
Un abrazo.

Gracias, Carmen, por tus amables palabras. Un abrazo.

Ligia Rafaela escribió:

Felicitación, mi querido amigo, letras que
refleja todo el potencial que posees al escribir
este magistral poema. Un placer leerte.

Mis saludos.

Muchas gracias, Ligia, por leerme y comentar. Un abrazo.

Siempre es un acierto venir a tus letras. Un lujo leerte.
Un abrazo.
Pepa