Editorial Alaire

En mis palabras nada apunté
excepto un paso a la nueva caricia,
lo vivo que oscila en el pedestal de ámbar
de toda la aparente ternura,
ya olvidé las inquietudes,
ya llegué a ti como una delicia
anhelando de tu pecho la copa de sol
de esos sueños que tu también bebías,
esa sed que me hace crecer, a tu altura
exaltando hasta elevar mi ser,
una secreta arma hierve en el interior
anhelos, y ganas de saber....
yo no esperaba tus manos ni tus ricos desiertos,
y hasta en donde mi sed se alegraba
mi sorpresa también me abreviaba,
deja, pues, tu amor reluciente
calma esas ondas que se mueven
y que el silencio hable a mi poseedor,
que repliegue insistente los deseos
y que me nombre en su sed
con toda claridad,
ya resurjo pálida y ausente
en tu lecho de pieles sucesivas
y hasta el alba veo mis ojos que se juntan
recorriendo como un reptil las vivientes caricias,
y en mis palabras, ojos ciegos, lasitud
dormir en tus manos y en tu fuego
toda espera infinita, sin preguntar al alma donde transita,
y rosas palpitantes rocía sobre mi, que estoy apercibida.

Este poema es un soplo de frescura y belleza, amiga, te felicito, un abrazo.

Gracias Manuel.

Me alegra que te guste.

Abrazo.

Un poema que acaricia. Precioso
Besos
Pilar

Bienvenida, amiga Carmen. Creo que es el segundo poema que te leo y me parece que te vuelcas en transmitir emociones.
Nos iremos leyendo.
Un cordial saludo.

Qué elegante y preciosa la introspección que mueve la caricia en buena dirección.

un abrazo

Muy bello poema, Carmen. Felicidades y un abrazo.

buen poema de amor el que nos dejas Carmen. Me gustó

saludos

rafael

Carmen Pla escribió:En mis palabras nada apunté
excepto un paso a la nueva caricia,
lo vivo que oscila en el pedestal de ámbar
de toda la aparente ternura,
ya olvidé las inquietudes,
ya llegué a ti como una delicia
anhelando de tu pecho la copa de sol
de esos sueños que tu también bebías,
esa sed que me hace crecer, a tu altura
exaltando hasta elevar mi ser,
una secreta arma hierve en el interior
anhelos, y ganas de saber....
yo no esperaba tus manos ni tus ricos desiertos,
y hasta en donde mi sed se alegraba
mi sorpresa también me abreviaba,
deja, pues, tu amor reluciente
calma esas ondas que se mueven
y que el silencio hable a mi poseedor,
que repliegue insistente los deseos
y que me nombre en su sed
con toda claridad,
ya resurjo pálida y ausente
en tu lecho de pieles sucesivas
y hasta el alba veo mis ojos que se juntan
recorriendo como un reptil las vivientes caricias,
y en mis palabras, ojos ciegos, lasitud
dormir en tus manos y en tu fuego
toda espera infinita, sin preguntar al alma donde transita,
y rosas palpitantes rocía sobre mi, que estoy apercibida.

Me ha gustado mucho este rico lenguaje. Todo el poema es una delicia! Deseo seguir leyéndote Carmen. ERA

Pilar Morte escribió:Un poema que acaricia. Precioso
Besos
Pilar

Gracias Pilar. Me alegro que te guste.

Besos.

Rafel Calle escribió:Bienvenida, amiga Carmen. Creo que es el segundo poema que te leo y me parece que te vuelcas en transmitir emociones.
Nos iremos leyendo.
Un cordial saludo.

Nos iremos leyendo, Rafel.

Gracias, muy amable.

Guillermo Cuesta escribió:Qué elegante y preciosa la introspección que mueve la caricia en buena dirección.

un abrazo

Gracias Guillermo por tus palabras.

Un abrazo.

Ramón Carballal escribió:Muy bello poema, Carmen. Felicidades y un abrazo.

Gracias Ramón.

Agradezco tus palabras,

Abrazo.

Rafael Valdemar escribió:buen poema de amor el que nos dejas Carmen. Me gustó

saludos

rafael

Me alegra volver a saludarte, Rafael.

Gracias!

E. R. Aristy escribió:

Carmen Pla escribió:En mis palabras nada apunté
excepto un paso a la nueva caricia,
lo vivo que oscila en el pedestal de ámbar
de toda la aparente ternura,
ya olvidé las inquietudes,
ya llegué a ti como una delicia
anhelando de tu pecho la copa de sol
de esos sueños que tu también bebías,
esa sed que me hace crecer, a tu altura
exaltando hasta elevar mi ser,
una secreta arma hierve en el interior
anhelos, y ganas de saber....
yo no esperaba tus manos ni tus ricos desiertos,
y hasta en donde mi sed se alegraba
mi sorpresa también me abreviaba,
deja, pues, tu amor reluciente
calma esas ondas que se mueven
y que el silencio hable a mi poseedor,
que repliegue insistente los deseos
y que me nombre en su sed
con toda claridad,
ya resurjo pálida y ausente
en tu lecho de pieles sucesivas
y hasta el alba veo mis ojos que se juntan
recorriendo como un reptil las vivientes caricias,
y en mis palabras, ojos ciegos, lasitud
dormir en tus manos y en tu fuego
toda espera infinita, sin preguntar al alma donde transita,
y rosas palpitantes rocía sobre mi, que estoy apercibida.

Me ha gustado mucho este rico lenguaje. Todo el poema es una delicia! Deseo seguir leyéndote Carmen. ERA

Gracias, Aristy.
Nos leeremos.
Un placer.