No cambies
Publicado: Lun, 19 Oct 2015 12:20
Llega el instante en que el sol
azul desciende sin arenas con cicatrices,
sin la espada que canta y cierra
todo su lecho triste.
Todavía puedo ver su cálido vestido
dejando a los pájaros jugar - todavía -
tiene su prenda limpia.
Como un corsé revistiendo el alma
y un te amo repetido por el viento.
El sílex fiel, la lampara rosa
y tantos de esos instantes
que inspiraron bocanadas.
Allá donde la tierra, el fuego
y el aire se confunde. Y se aman.
Se aprende del corazón,
donde termina el brillo de unos ojos.
La estrella que frota sobre los hombros
dejando a la lenta hiedra
que fragmente en episodios.
No cambies lo que todo cambió
para siempre
creando un instante de silencio;
una relación con el cielo, con el agua
en la sangre que lo llena,
con todas las piezas de un puzzle
saltando las palabras.
Sentir lo que se esconde tras la sombra
o arrojar sobre el papel lo que captan los latidos.
Un soplo fresco que uno intenta imaginar
dejando que se exprese libremente,
como un crisol que cobra
altura y crece de su propia autenticidad.
No cambies.
Todo confluye en el centro mismo
penetrando en las pupilas oscuras
claridad, untar de color
y hacer florecer las palabras.
No puedo atrapar el viento.
Pero sí, una mano o un ojo,
lla llama congelando un instante
de un segundo de vida en el andén;
tras la cortina de los párpados cerrados.
azul desciende sin arenas con cicatrices,
sin la espada que canta y cierra
todo su lecho triste.
Todavía puedo ver su cálido vestido
dejando a los pájaros jugar - todavía -
tiene su prenda limpia.
Como un corsé revistiendo el alma
y un te amo repetido por el viento.
El sílex fiel, la lampara rosa
y tantos de esos instantes
que inspiraron bocanadas.
Allá donde la tierra, el fuego
y el aire se confunde. Y se aman.
Se aprende del corazón,
donde termina el brillo de unos ojos.
La estrella que frota sobre los hombros
dejando a la lenta hiedra
que fragmente en episodios.
No cambies lo que todo cambió
para siempre
creando un instante de silencio;
una relación con el cielo, con el agua
en la sangre que lo llena,
con todas las piezas de un puzzle
saltando las palabras.
Sentir lo que se esconde tras la sombra
o arrojar sobre el papel lo que captan los latidos.
Un soplo fresco que uno intenta imaginar
dejando que se exprese libremente,
como un crisol que cobra
altura y crece de su propia autenticidad.
No cambies.
Todo confluye en el centro mismo
penetrando en las pupilas oscuras
claridad, untar de color
y hacer florecer las palabras.
No puedo atrapar el viento.
Pero sí, una mano o un ojo,
lla llama congelando un instante
de un segundo de vida en el andén;
tras la cortina de los párpados cerrados.