Editorial Alaire

Desde el Evaristo Corumelo

“toreaban al toro de los recuerdos
...y el toro vivo... apoyao en la barra
bebiendo vino”

él a veces moría hasta que midió el silencio
           desde su oído
como se mueren las olas en la ciudad
enfermas de una habitación sin especias

él miraba el cuadro 
          la arena blanca del palmero y soñaba
          ti ri tri tran tran   para morir  despacio
y una choza de madera tran tran del caribe
          sobre pilares de bulería
          fabricando ausencias 

para que no se muriera tan pronto
            sus nudos de sal con pejiballe
                  la fuga de las gaviotas en un cuadro
le regalaron por su cumpleaños

me dijo ¿ves como se mueven las olas Roger?
desde su casa    hasta Punta Cocles  todo se movía
como una alfombra mágica
azul y verde   se iban las tardes   todo se movía
             sus pestañas ¡y ole!
las del viejo marinero Tanga que recordaba:
un sueño de piratas
un acertijo griego
los muslos de Cristina
y algún calypso

esa misteriosa ventana
que a veces es la vida dentro

             murió al comenzar un verano
             Camarón tenía frío
y os juro que aquella habitación
olía a salitre y brea
              se fue cantando
y el cuadro
yo lo tengo en mi casa hoy
               las olas se mueven

tiritritran tran tran  
               lloro
 y se mueven las olas

elPrior

Una melancolía que se impregna en la profundidad que alcanzan tus versos amigo...
Un gusto volver a leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Bueno LUNAMAR, más que melancolía hay un amor tremendo a la gente.
Morirnos, nos morimos. Pero recordar a alguien con cariño, como yo recuerdo a Tanga, ese viejillo que me regaló el cuadro que tengo en casa eso es la eternidad.

Pero lo fascinante es que las olas se mueven cuando las miro.
Luego pondré el cuadro.

Gracias por tu comentario.

Bello y muy emotivo poema, que ha sido un gusto leer. Algunas personas, y, sobre todo, lo vivido, le dan un sentido a todo esto.
La muerte no importa demasiado, lo que importa es que nos tenemos que morir. Y, sí, hay olas que se mueven cuando las miramos. Eso creo.
Un fuerte abrazo.