Óscar Distéfano escribió:Rafel Calle escribió:Eran pasajeros de una fe sin rumbo
y también residual porque nada es eterno;
eran la última estación, los trenes
que pasan sin parar o no llegan a tiempo.
Eran raíles ahítos del óxido
cautivo en el culmen del acero
celosamente frío; eran la costumbre
de un tran tran difuso, casi ciego,
en los paisajes nublados,
porque nada es eterno.
Eran por ser definición
y la indefinición de los conceptos
rotos a base de insistir compulsivamente
en el gris más denso de las nubes,
eran sin sol o un reto del poniente
en busca de una amnistía
que los reos de la niebla le reclaman a la suerte.
Eran un vagón de cola y el encanto
de las sombras, espejismos o los trenes
que vienen y van
y nunca se detienen.
Y, sí, el contenido es una perfecta alegoría de nuestras vidas. En el final, he tenido la satisfacción de constatar que estos trenes "nunca se detienen", o quizás esos días muertos, días donde uno amanece desplomado, sean los andenes, los trenes que brevemente se detienen. Yo me veo reflejado en uno de esos "reos de la niebla". Hay sustancia filosófica en este poema, como debe haber en todo buen poema. En cuanto a la forma, veo que nos encontramos frente a un puro verso multimétrico, cuya armonía musical se sostiene sobre un peculiar ritmo de timbre, con rimas asonantes que cambian de "e-o a e-e", y en repeticiones sintácticas, anáforas (fundamentalmente el vocablo "eran" que a mí me suena como ese "nada más" del poema "El cuervo" de Poe. Me da esa impresión de atemporalidad, de no conocer el tiempo del suceso). Y también notamos emparejamientos de disposiciones métricas: "que pasan sin parar/7 o no llegan a tiempo/7" o "que los reos de la niebla/8 le reclaman a la suerte/8. Por más que los versos sean de naturalezas acentuales diferentes (par e impar), el hecho de que estas estructuras contengan parejas métricamente equivalentes, ubicadas en posiciones idénticas (como hemistiquios del mismo verso) las convierten en fuertes elementos rítmicos. He llegado a la conclusión de que, hoy por hoy, el cambio de ritmo dentro de un poema, ya no se censura. Se aprecia una notable y agradable armonía rítmica cuando el talento del poeta lo sabe utilizar. Las sinfonías clásicas son un buen ejemplo de esto. Mis aplausos, Estimado compañero.
Un abrazo grande.
Óscar
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Muchas gracias, amigo Óscar, te agradezco el extenso comentario, como siempre muy trabajado, y me alegra que te haya gustado el poema.
Me alegra que hayas llegado a la conclusión de que el cambio de ritmo ya no se censura, por mi parte, creo que cuantos más ritmos, mejor, si bien, claro está, no me opongo a la combinación monorrítmica, a la monométrica o a cualquier otra.
Abrazos.