la soledad de las gárgolas

[Fernando Cruzalta]

quitando la parte donde tienes que
convencer a las gárgolas
de que se tomen un pequeño respiro
en el desempeño de su indeclinable devoción
por aguantar el gesto huraño y esa reconcentrada
mirada de absoluta animadversión
-indiferentes a nevadas, granizo, niebla
cagadas de pájaro, escozor inducido
por el constante recrudecimiento de
la contaminación del aire y el imparable deterioro
de la capa de ozono-
quitando esa parte, no se puede uno quejar
de la serie de ventajas que el trabajo
en el ministerio de limpieza, protección y embellecimiento
de las viejas catedrales
ofrece a sus asalariados:
10,000 euros mensuales, una furgoneta renault
equipada con cama, servibar, internet
hoteles pagados, cena con vino en los más añejos bistrós
de la francia profunda, boletos
para toda la temporada de ópera; lo malo son las gárgolas
hablar con ellas, derretir su impávida pose
persuadirlas de la conveniencia
de que bajen a tierra después de décadas
sin moverse del tejado
cuidar eventuales desmayos derivados
de la súbita relajación
que las expongan a precipitarse desde lo alto y
estrellarse contra las losas del atrio
vencer la repugnancia
que su aspecto inspira y pasarles
un brazo por la espalda para ayudarlas
a descender por las escalerillas de la torre
aguantar sin pestañear el tufo a peste
de su cavernoso aliento, improvisar
temas de conversación que las distraiga
en el trayecto en auto al hospital veterinario
oír sus inveteradas quejas
acerca de lo mucho que se aburren, su falta
de vida sexual, la soledad, el engarrotamiento
la imposibilidad de un ascenso en el trabajo
la desintegración de los lazos familiares
sofocar un probable intento de evasión
mientras las llevas de regreso al domo
(no me pregunten a qué tipo de exámenes
medicación y métodos de puesta a punto las someten
durante la semana de su internamiento)
mencionando la posibilidad de una que sabes
quimérica implantación del retiro anticipado
ampliación de vacaciones, fines de semana libres
y dejarlas por fin otra vez allá arriba, instaladas
en su escarpada soledad, su interminable vigilancia
su escabrosa pesadumbre;
resulta difícil no pensar en lo jodido que lo tienen
mientras al final del día uno se traga un buen filete de res y
se empina dos botellas de chateau latour

es una cosa que te rompe el corazón

[Administración Alaire]

Amigo Fernando:
Te agradeceremos que antes de publicar más poemas, contestes a los comentarios que en tus poemas te han dejado los compañeros. Bien está que no comentes los trabajos de ningún compañero, puesto que aunque esa no sea la dinámica de nuestra editorial, no podemos obligar a nadie, pero, por lo menos, deberías agradecer los comentarios que te hacen a ti.
Un cordial saludo.

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo de Fernando.