Recordándote
Publicado: Mar, 11 Ago 2015 18:35
I.
Una paloma muerta entre las manos.
Un reguero de sombras sobre la arena.
Anoche dejé las puertas abiertas
por si regresabas...
II.
Una gota de agua frente a mi.
No piensa ceder.
Suspendida de una rama, casi en el aire,
lucha, se desfigura, cimbreada de nostalgias.
Hasta que sucumbe a los esfuerzos
de una ley superior a la suya
que la hace caer y fundirse
con la tierra que empapa.
Así también mi alma
pende hoy de tu recuerdo,
y no encuentra una razón
para soltar el ancla.
Una razón que la devuelva
al curso de la vida.
III.
Los pulmones de la tarde están llenos de cenizas,
son del color de la memoria.
En el estómago ronda un gato solitario.
Los ojos están ciegos
sin el oxígeno de tu risa.
Dos cuervos graznan en la mirada,
dos ataúdes que buscan la herida del alma,
y mi corazón es demasiado pequeño
para bombear su sangre.
No puedo llorar, un suspiro roto,
quemándome el pecho,
se ha quedado en mi garganta,
como una letanía que gime sin palabras.
Incrustadas en la frente
llevo las agujas de la noche;
con el alba me estallaron las voces
de la madrugada.
Los pulmones de la tarde están llenos de cenizas,
tienen el color de la memoria.
Y mi corazón es demasiado pequeño
para tus recuerdos.
Una paloma muerta entre las manos.
Un reguero de sombras sobre la arena.
Anoche dejé las puertas abiertas
por si regresabas...
II.
Una gota de agua frente a mi.
No piensa ceder.
Suspendida de una rama, casi en el aire,
lucha, se desfigura, cimbreada de nostalgias.
Hasta que sucumbe a los esfuerzos
de una ley superior a la suya
que la hace caer y fundirse
con la tierra que empapa.
Así también mi alma
pende hoy de tu recuerdo,
y no encuentra una razón
para soltar el ancla.
Una razón que la devuelva
al curso de la vida.
III.
Los pulmones de la tarde están llenos de cenizas,
son del color de la memoria.
En el estómago ronda un gato solitario.
Los ojos están ciegos
sin el oxígeno de tu risa.
Dos cuervos graznan en la mirada,
dos ataúdes que buscan la herida del alma,
y mi corazón es demasiado pequeño
para bombear su sangre.
No puedo llorar, un suspiro roto,
quemándome el pecho,
se ha quedado en mi garganta,
como una letanía que gime sin palabras.
Incrustadas en la frente
llevo las agujas de la noche;
con el alba me estallaron las voces
de la madrugada.
Los pulmones de la tarde están llenos de cenizas,
tienen el color de la memoria.
Y mi corazón es demasiado pequeño
para tus recuerdos.