Editorial Alaire

A veces me pregunto
si ,también allí, se siente miedo.



Estoy fumando, contemplo la ceniza,
como si fueran los restos de tu ausencia,
hace tanto que no pienso en tus labios,
es como vivir un desierto,
recuerdo a veces, cuando nos mordíamos,
y tú decías -entre risas-
que eras sólo un animal carnívoro.
Ahora, ya ves, sólo me quedan
estos versos caníbales en la boca,
-entremezclados con el humo-
que no se pueden acercar a tu cuerpo,
y, un hambre nostálgica de morderte,
y comerte el corazón a besos,
el deseo triste de ser piel roja
como única cosigna escrita en el cuerpo.

Releo tus libros, porque escucho tu voz
venida de tan lejos, tu voz de adormidera,
y porque aún siento en mi piel
que cualquier palabra tuya
se basta para sanarme.

Y van pasando los años,
y vamos cumpliendo fechas
y sigo sintiendo miedo.

Muy bello, Carmen. Entra muy fácil al fuero del alma; duele, eso sí, un dolor limpísimo y sanador.

Recuerdo bien tu escrito del año pasado con las lunas amontonadas. Gracias por compartir tanto sentimiento.

Abrazo fuerte.

Atas el cordón finamente, entre los dos lados. Aparecen las muescas en su longitud, los recuerdos que permanecen haciendo irrompible este lazo eterno. Muy bello Carmen, existencial y profundo, doloroso y, a la vez, bálsamo de la nostalgia.
Me ha encantado venir querida amiga
Besos