La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.
En el camposanto, la mañana está fría, y en el cielo, nítidas nubes blancas lucen con rigor sus vestiduras sobre un azul de terciopelo. A mi alrededor, otras almas lloran a los suyos entre las sombras aún vagas de los árboles. Los sollozos y lamentos hieren el silencio como la piedra que lanzada contra un agua mansa le agrieta la piel como respuesta. También mi alma sufre hoy mientras me acerco a ese lugar donde no quiero, donde descansa tu cuerpo sin vida, Gabriel, amigo mío. Tú que me abristes el corazón como se abren las primeras flores en la primavera, cándidamente. Y allí me quedé a vivir, entre sus muros, y tú entre los míos. ¿Quién me iba a decir que cinco años más tarde estaría de pie frente a tu tumba? Mi dolor se hace más triste y solitario cuando con pesadez estiro mi brazo para dejarte las rosas blancas de la despedida. En el camposanto tan solo se oyen sollozos y lamentos entre miradas furtivas que escapan al dolor para coger aliento. Mi cuerpo languidece y mi rostro se arruga como las hojas secas en medio de un incendio. Para sufrir hay que haber amado antes, y mis pálidas mejillas exudan el polvo de muerte. En el camposanto, en esta mañana fría, he venido a llorarte, amigo mío, y he respirado tus recuerdos para sentirte más vivo, más cerca, aunque mi alma...¡desfallezca!
Muy emotivo y transparente, Miguel Ángel. Dibujas con acierto el paisaje triste y trasmites con hondura la pena que esencializa el texto.
Gracias por compartir; abrazo fuerte.
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"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"