Editorial Alaire

Tus ojos son blancos, Casandra.

Recuerdo tus rizos,
tus mejillas sin nubes,
tu mirada inalcanzable
al orgullo y la muerte.

Es fácil cuando se conoce la verdad,
es fácil el designio, el verbo tránsido,
las rosas sin fin como luz herida.

No llores aunque la plata desnude tu nombre,
no pienses en la memoria del sol,
tu fantasía de relámpagos,
de brillo y dulzor.

Tú sabes que es un cataclismo la claridad perfecta
y sabes que no existe otro reloj
que la saeta que adivina
la duda grave de un corazón.

Caerán las murallas,
la cicatriz de tu hermano será júbilo
en otra piel de conchas y mar,
en el occidente de un imperio,
en la gravedad de la caída.

¿Quién conforma tus silabas,
a qué ave negra sucumben tus oráculos
de grito y dolor?

Nada, nadie(quizá el titere que ambiciona las islas
o la lucidez de un destino sin raíz ni sueños)
podrá elegir la calavera
de este tiempo de dagas invisibles,
de sudor en los patios
de una clarividencia
que no ha encontrado aún
su ayer victorioso.

Hermoso poema, Ramón. Me gusta la extrapolación que haces a partir del personaje mitológico. A pesar del enigmático "tú" y de la simbología muy personal que envuelve al poema, podemos sentir aquella fatalidad de las profecías. Estos versos me resultan brillantes y sugerentes:

Tú sabes que es un cataclismo la claridad perfecta
y sabes que no existe otro reloj
que la saeta que adivina
la duda grave de un corazón.

Un abrazo, amigo.
Óscar

"Ramón Carballal"]

Tus ojos son blancos, Casandra.

Recuerdo tus rizos,
tus mejillas sin nubes,
tu mirada inalcanzable
al orgullo y la muerte.

Es fácil cuando se conoce la verdad,
es fácil el designio, el verbo tránsido,
las rosas sin fin como luz herida.

No llores aunque la plata desnude tu nombre,
no pienses en la memoria del sol,
tu fantasía de relámpagos,
de brillo y dulzor.

Tú sabes que es un cataclismo la claridad perfecta
y sabes que no existe otro reloj
que la saeta que adivina
la duda grave de un corazón.

Caerán las murallas,
la cicatriz de tu hermano será júbilo
en otra piel de conchas y mar,
en el occidente de un imperio,
en la gravedad de la caída.

¿Quién conforma tus silabas,
a qué ave negra sucumben tus oráculos
de grito y dolor?

Nada, nadie(quizá el titere que ambiciona las islas
o la lucidez de un destino sin raíz ni sueños)
podrá elegir la calavera
de este tiempo de dagas invisibles,
de sudor en los patios
de una clarividencia
que no ha encontrado aún
su ayer victorioso.[/quote]


Un poema muy personal basado en un personaje mitológico, donde demuestras , una vez más, la calidad de gran poeta. Mi abrazo.

José Manuel F. Febles, desde mi isla

Bella y de profunda sensibilidad la inspiración de tus versos querido amigo...y siempre grato leerte...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Muy bello el poema, Ramón. Tiene la magia envolvente de la poesía.

Mi enhorabuena y gracias por compartir.

Un abrazo, amigo.

Hermoso poema de Ramón.

Me ha gustado mucho, Ramón, el fondo y forma de este estupendo poema. Felicidades
Besos
Pilar

Ramón


Un poema de altura, querido maestro
como todos los tuyos


te felicito


un abrazo fuerte

En segunda y en tercera persona preconizas una especie de profecía en un ambiente oscuro de destinos
desconocidos y olvidados aunque ocupen una simulación entre las sombras y oscuridades.

un abrazo

Me gusta mucho el poema, Ramón: Casandra, capaz de desvelar las sombras y vaticinar lo que permanece oculto los ojos de los hombres. La soledad, el dolor que conlleva la certeza del humano destino...

Mi felicitación una vez más, amigo.

Un abrazo.

Quizás no lo identifique como uno de los poemas tuyos más reconocibles, es solo una opinión, pero como siempre superas el reto con nota.

Un abrazo, Ramón.

Muy hermoso poema, Ramón.
Un placer de lectura.
Un abrazo.

[quote="Ramón Carballal"]

Tus ojos son blancos, Casandra.

Recuerdo tus rizos,
tus mejillas sin nubes,
tu mirada inalcanzable
al orgullo y la muerte.

Es fácil cuando se conoce la verdad,
es fácil el designio, el verbo tránsido,
las rosas sin fin como luz herida.

No llores aunque la plata desnude tu nombre,
no pienses en la memoria del sol,
tu fantasía de relámpagos,
de brillo y dulzor.

Tú sabes que es un cataclismo la claridad perfecta
y sabes que no existe otro reloj
que la saeta que adivina
la duda grave de un corazón.

Caerán las murallas,
la cicatriz de tu hermano será júbilo
en otra piel de conchas y mar,
en el occidente de un imperio,
en la gravedad de la caída.

¿Quién conforma tus silabas,
a qué ave negra sucumben tus oráculos
de grito y dolor?

Nada, nadie(quizá el titere que ambiciona las islas
o la lucidez de un destino sin raíz ni sueños)
podrá elegir la calavera
de este tiempo de dagas invisibles,
de sudor en los patios
de una clarividencia
que no ha encontrado aún
su ayer victorioso.[/quote]


Te adentras, Ramón, a este poema con autoridad y gran manejo de La pitonisa. Me conmueve la carga mística de cada verso. ERA

La maldición de la certidumbre. Todos conocemos nuestro destino último. Ya te había leído algún poema más de inspiración mitológica y me gusta el juego que sabes extraer de ello.
Un placer venir.
Un abrazo.
Pepa

Óscar Distéfano escribió:Hermoso poema, Ramón. Me gusta la extrapolación que haces a partir del personaje mitológico. A pesar del enigmático "tú" y de la simbología muy personal que envuelve al poema, podemos sentir aquella fatalidad de las profecías. Estos versos me resultan brillantes y sugerentes:

Tú sabes que es un cataclismo la claridad perfecta
y sabes que no existe otro reloj
que la saeta que adivina
la duda grave de un corazón.

Un abrazo, amigo.
Óscar

Agradezco esas palabras, Óscar. Un abrazo.