Editorial Alaire

Entre sábanas manchadas de sangre
sueñan sus siete pecados capitales,
escritos en la pared de su habitación,
y escuchan los gritos de los muertos
que en la noche afilan sus cuchillos;
imaginan el sabor de la sangre
en la lengua de una luna virgen,
cosida por las puñaladas de la aurora.

Con siete velas velan el sueño
de una luna desvirgada por los muertos,
y cabalgan la noche subidos a una carroza,
arrastrada por el silencio de las estrellas.

Siete soledades penetran la soledad de la luna
que cada noche muere desangrada,
lamentándose por sus hijos muertos,
por los niños que mueren al cumplir siete años.

Somos todos sus hijos, queriendo ser sus amantes

Genial!!!
Mil besos y mil gracias

Curra

La luna y el siete, su simbología en hermosos versos. Un placer leerte
besos
Pilar

Por tu condescendiente poema van los hijos de Selene dando tumbos.
Los colocaste en la imagen oscura de la noche y montaste en el silencio
de las estrellas hasta comprobar que nadie sobrevive a las acechanzas .

un abrazo

Me ha gustado mucho la simbología que has utilizado para trasmitirnos una enigmática relación entre la luna, la muerte y el número siete. El último verso me deja perplejo. Me hace pensar en los juegos macabros del destino. Creo que tu poema tiene mucho para dar, y que obliga a otras lecturas (e incluso a exploraciones herméticas. Lo importante es que brinda placer su lectura y emociona y atrapa.

Un gran abrazo.
Óscar

Bello e interesante trabajo de Raul.