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Con frecuencia recuerdo de mi historia el camino
tortuoso e incierto,
cuántos baches y piedras encontré en mi aventura,
cuantas veces maltrecho en mi errar peregrino
y de polvo cubierto,
soporté las heridas en mi aciaga andadura.
Sin destino, sin rumbo, como un fétido paria,
como ciego ambulante
que transita sin meta
esperando la ayuda que rogó una plegaria,
pues ni el cielo escuchaba a este infiel caminante
que pasaba los días con paupérrima dieta.
Y el más triste recuerdo de este aciago sendero,
ver morir lentamente la ilusión y la vida,
sin vigor, sin confianza,
del revés prisionero,
esperando convicto que el destino decida
la sentencia final…¡ pues perdí la esperanza!.