Entre tanta blancura
Publicado: Jue, 30 Jul 2015 23:23
Estás aquí pero yo estoy al servicio de mi niñez
y mi niñez está al servicio de la nieve.
Si emergieras ahí, entre tanta blancura un bulto,
yo podría decir que he recuperado mi cuerpo
y lo mandaría a rodearte con sus brazos,
porque si emergieras ahí, entre tanta blancura
un bulto blanco, todo se volvería negro para señalarte,
y tendría que decirle a mi dedo índice
que fuera rápido para hacerte dos ojos;
no sirve usar dos dedos para hacerte dos ojos,
hay que usar un solo dedo para que haya
una entrada y una salida de ese lugar, de ese momento
y el dedo índice es el único que no puede ser enterrado
ni en la luz ni en la sombra,
ni por la nieve ni por la oscuridad,
y el resto de la mano tendría que darse prisa
en abultarte el vientre sin usar más nieve
que la que tiene el bulto, así que el único modo
que se me ocurre en el caso de que emergieras,
entre tanta blancura un bulto,
es usar un poco de la nieve que aún no ha caído,
lo que haría mi cuerpo más pequeño pero no me importa
porque seguiría rodeándote con sus brazos durante el proceso;
aunque la oscuridad ganase precisión,
no me importa porque yo ya habría labrado una casa.
Y habría que abrir una boca antes,
urgentemente una boca para entrar
y les diría a mis manos que me hiciesen un último favor,
que apretasen con fuerza entre tanta blancura
un bulto blanco, y a mis dientes que lo mordiesen,
como quien hunde la frente en las mejillas del rezo,
hasta hacerlo sangrar,
porque sangre y nieve son una aleación invencible.
Entonces tú serías aquí, y no habría servidumbre alguna,
y mi niñez se divertiría cavando seriamente
largos y retorcidos túneles en la oscuridad.
y mi niñez está al servicio de la nieve.
Si emergieras ahí, entre tanta blancura un bulto,
yo podría decir que he recuperado mi cuerpo
y lo mandaría a rodearte con sus brazos,
porque si emergieras ahí, entre tanta blancura
un bulto blanco, todo se volvería negro para señalarte,
y tendría que decirle a mi dedo índice
que fuera rápido para hacerte dos ojos;
no sirve usar dos dedos para hacerte dos ojos,
hay que usar un solo dedo para que haya
una entrada y una salida de ese lugar, de ese momento
y el dedo índice es el único que no puede ser enterrado
ni en la luz ni en la sombra,
ni por la nieve ni por la oscuridad,
y el resto de la mano tendría que darse prisa
en abultarte el vientre sin usar más nieve
que la que tiene el bulto, así que el único modo
que se me ocurre en el caso de que emergieras,
entre tanta blancura un bulto,
es usar un poco de la nieve que aún no ha caído,
lo que haría mi cuerpo más pequeño pero no me importa
porque seguiría rodeándote con sus brazos durante el proceso;
aunque la oscuridad ganase precisión,
no me importa porque yo ya habría labrado una casa.
Y habría que abrir una boca antes,
urgentemente una boca para entrar
y les diría a mis manos que me hiciesen un último favor,
que apretasen con fuerza entre tanta blancura
un bulto blanco, y a mis dientes que lo mordiesen,
como quien hunde la frente en las mejillas del rezo,
hasta hacerlo sangrar,
porque sangre y nieve son una aleación invencible.
Entonces tú serías aquí, y no habría servidumbre alguna,
y mi niñez se divertiría cavando seriamente
largos y retorcidos túneles en la oscuridad.