Los caídos
Publicado: Mié, 29 Jul 2015 8:11
Los hijos de mi sangre y de mis huesos
no son sino alevines de pantano,
porque dejaron grieta entre mi mano
al tiempo que quedaron más que tiesos.
Y entonces surgen tétricos procesos
de hallar el contrapunto de lo arcano,
de ver por qué razón fue todo vano
sin más consolación que tenues besos.
No pienso renegar de mis tritones
si al cabo son los pálidos botones
de este rosal que abrazo con vehemencia.
Pero la herida está y no hay costura
que cicatrice pronto la dolencia,
pues la derrota es piedra y no dulzura.
Alberto Madariaga
Nota: Yo no sé si es que la cultura occidental se ha vuelto en muchos de sus fueron tan dependiente del éxito que entonces tiende a crear una predisposición completa y descarada sólo ante la reacción producida por la victoria, pero... ¿Qué sucede cuando llega la derrota? ¿Cómo nos prepara la cultura actual para asumir el fracaso -que es parte innegable de lo humano como lo es la muerte- que está latente en la misma magnitud que el triunfo? Preguntas que al menos el día de ayer me rondaron incansablemente en la cabeza, porque concursé en un certamen poético y la cosa es que no me preparé para el resultado adverso a mi causa y desgraciadamente ese resultado adverso se hizo presente dejándome una de las tardes más amargas que he tenido en la vida.
He de confesar que incluso hasta pensé en mi pena en retirarme de este negocio, pero después comprendí que la poesía es algo más que un concurso perdido: es un estilo de vida que está por encima de la victoria y de la derrota mismas.
Este soneto precisamente lo compuse para esos poemas míos que fueron a representarme y que sencillamente no ganaron no porque sean malos, sino porque hubo un trabajo que tuvo varios elementos más fuertes para defender su belleza.
no son sino alevines de pantano,
porque dejaron grieta entre mi mano
al tiempo que quedaron más que tiesos.
Y entonces surgen tétricos procesos
de hallar el contrapunto de lo arcano,
de ver por qué razón fue todo vano
sin más consolación que tenues besos.
No pienso renegar de mis tritones
si al cabo son los pálidos botones
de este rosal que abrazo con vehemencia.
Pero la herida está y no hay costura
que cicatrice pronto la dolencia,
pues la derrota es piedra y no dulzura.
Alberto Madariaga
Nota: Yo no sé si es que la cultura occidental se ha vuelto en muchos de sus fueron tan dependiente del éxito que entonces tiende a crear una predisposición completa y descarada sólo ante la reacción producida por la victoria, pero... ¿Qué sucede cuando llega la derrota? ¿Cómo nos prepara la cultura actual para asumir el fracaso -que es parte innegable de lo humano como lo es la muerte- que está latente en la misma magnitud que el triunfo? Preguntas que al menos el día de ayer me rondaron incansablemente en la cabeza, porque concursé en un certamen poético y la cosa es que no me preparé para el resultado adverso a mi causa y desgraciadamente ese resultado adverso se hizo presente dejándome una de las tardes más amargas que he tenido en la vida.
He de confesar que incluso hasta pensé en mi pena en retirarme de este negocio, pero después comprendí que la poesía es algo más que un concurso perdido: es un estilo de vida que está por encima de la victoria y de la derrota mismas.
Este soneto precisamente lo compuse para esos poemas míos que fueron a representarme y que sencillamente no ganaron no porque sean malos, sino porque hubo un trabajo que tuvo varios elementos más fuertes para defender su belleza.