La mano comprensiva de Dios

[Óscar Distéfano]

La mano comprensiva de Dios


Era una casa donde Dios acordó el escarmiento.

Abrazada en la sombra por la vieja miseria, escudriñaba con abatimiento el portal de su casa, donde, infaliblemente, el sátiro, saturado de vino y erotismo, haría su jocunda entrada, dominado por los deseos de irrefrenable voluptuosidad.

Cansada y magullada por los domésticos deberes de su rutinaria existencia, debía, además, doblegar su propia voluntad de rendirse al descanso meritorio, para entregarse dócilmente a las interminables embestidas del bruto semental (le había dado ya ocho hijos).

Humilde y pulcra, recibía, noche tras noche, los embates lascivos de la fiera. Callado el corazón, sufría, huérfano del mínimo afecto, de la ternura humana, y poco a poco fue endureciéndose como un fósil en la roca; y el amor que hasta ayer la tenía expectante detrás de las ventanas entornadas, fue agonizando débilmente como la esperanza de verlo abstemio.

Y colmada la paciencia, las noches se volvieron interminables como el mal.

Cuando, ¡al fin!, deseó fervientemente liberarse de ese crónico vínculo de sumisión, la nerviosa idea del crimen empezó a danzar seductoramente en su mente; negras fantasías la hacían sonreír: un cuervo solía comerse las tripas del maldito abusador. No pasó mucho tiempo para tomar la decisión fatal.

Cuando llegó la noche marcada, repasando el plan del crimen, del cual ella ya no renunciaría, luego de hacer dormir a los hijos, de apagar las luces y de sentarse en la oscuridad, con un cuchillo de cocina en la mano, se dispuso a esperarlo. Sólo recuerdos de humillación se agolpaban en su mente. Pasada la hora habitual, el lúbrico animal no aparecía. El tiempo se empapó de eternidad y, ya en el alba, la locura no cometida (pues dejaría abandonados a sus hijos) paralizó de alivio su asfixiado y temeroso corazón. “Es un mensaje de Dios”, pensó, santiguándose.

Al amanecer, luego que despuntara el sol, a través de una patrullera que llegó con sus luces de colores y llamó la atención de los vecinos, recibió la nefasta/dichosa noticia: en esa madrugada, su marido había muerto arrollado por un camión en una carretera despoblada, muy cerca de la casa.

-El alcohol dominaba sobre el olor de la sangre-, le dijo un policía.

[Hallie Hernández Alfaro]

El relato muestra de manera clara y trepidante las emociones, su crudeza, el infierno de muerte, abuso y destrucción; logras determinar y trasmitir muy bien el acoso de las acciones negativas y su terrible impacto en el corazón femenino.
Me gusta también el pensamiento animista que subyace en la muerte del maltratador (el camión que hace justicia en su relación con un ser supremo: Dios).

Gracias por compartir amigo; un abrazo grande.

[Julio Gonzalez Alonso]

Algunas muertes se hacen justicia a sí mismas cuando suceden de manera brusca. Peores son las muertes de los esclavos, las personas sometidas al terror y la violencia cada día y cada hora. Como un clavo saca otro clavo, así la muerte del violento saca el clavo de la muerte de la mujer violentada en tu relato para darle la vida robada. Eso es justicia.
Salud.

[Maria Pilar Gonzalo]

Nos dejas un estupendo trabajo.

A pesar del endurecimiento de la protagonista no se rinde ante el abuso y decide vengarse, sin darse cuenta que el destino ya tiene trazado un plan aún mejor para ella.

Te felicito por atraparme con tu talento hasta el final del relato.

Abrazos.

[Óscar Distéfano]

El relato muestra de manera clara y trepidante las emociones, su crudeza, el infierno de muerte, abuso y destrucción; logras determinar y trasmitir muy bien el acoso de las acciones negativas y su terrible impacto en el corazón femenino.
Me gusta también el pensamiento animista que subyace en la muerte del maltratador (el camión que hace justicia en su relación con un ser supremo: Dios).

Gracias por compartir amigo; un abrazo grande.

Muchas gracias, Hallie, por tan atinado comentario. Es una luz sobre el texto.

Un abrazo fraterno.
Óscar

[Arturo Rodríguez Milliet]

Hay mucho más de sabiduría que de ficción en tu relato, Óscar. El abuso sotenido sobre espíritus sumisos y dependinetes,
suele incubar los impulsos más bajos que, finalmente, pueden explotar en actos de extrema violencia.
Afortunadamente, en esta oportunidad, la comprensión divina prestó su mano justiciera a tiempo.
Un excelente relato para marcar el regreso a estos entrañables predios. Un abrazo.

[Óscar Distéfano]

Algunas muertes se hacen justicia a sí mismas cuando suceden de manera brusca. Peores son las muertes de los esclavos, las personas sometidas al terror y la violencia cada día y cada hora. Como un clavo saca otro clavo, así la muerte del violento saca el clavo de la muerte de la mujer violentada en tu relato para darle la vida robada. Eso es justicia.
Salud.

Es un honor, Julio, tenerte como lector de este relato. Te agradezco de corazón, compañero.

Un abrazo fuerte.
Óscar