Libro de luz
Publicado: Vie, 03 Jul 2015 5:08
Libro de luz
A Pablo Ibañez en heridas.
Veo mas allá de las historias dormidas,
el velo de rojo fulgor en el ocaso,
leo la hoja del otoño.
Allá en medio de las canciones
está el hiriente latido de las sombras,
el verso que mudó su espíritu en alondra sedienta.
Ayer, ayer quise decir un grito y una palabra bella,
leer un poco esa vida de pétalo humeante.
Pero soy poeta, soy el verso de la lágrima,
hijo del viento que rozó el palpito de una mirada,
suspiro que dinamitó el amor,
grito ausente de las miradas cómplices de los arroyos.
He querido rezar una noche por los crepúsculos que gimen,
allí supe este destino de azules apariencias,
miento para juzgar el grillo amanecido,
la paz y el pan en la boca de una mujer,
es de noche, es de noche y es de noche,
cuando digo el verso al alma en penumbras.
Afilo la pluma hambrienta de soles mundanos,
quizá es inútil leer una hoja de otoño,
pero mi gris primavera duerme su desvelo,
cristalizado adiós de un velero en alta mar.
Cuando las nereidas vuelvan al mundo de las palabras,
le entregaré una voz inmutada de dolor,
es que pienso en ti lector, húmedo de miradas,
de castillos lejanos en el tiempo,
de las galaxias que buscan rostros en el hundido vuelo.
Para mentir mi vida, para entregar la verdad y morir,
morir en una ausencia de cristos…
Puto, eres muy puto, porque te robaste la lágrima,
desojada flor de beldades ausentes…
Te doy… te doy el canto de las llamas en tu gris hiriente,
cuando se asoma el pájaro,
el pájaro de una mitad de rojo…
de tu sangre maldecida por este libro de luz.
A Pablo Ibañez en heridas.
Veo mas allá de las historias dormidas,
el velo de rojo fulgor en el ocaso,
leo la hoja del otoño.
Allá en medio de las canciones
está el hiriente latido de las sombras,
el verso que mudó su espíritu en alondra sedienta.
Ayer, ayer quise decir un grito y una palabra bella,
leer un poco esa vida de pétalo humeante.
Pero soy poeta, soy el verso de la lágrima,
hijo del viento que rozó el palpito de una mirada,
suspiro que dinamitó el amor,
grito ausente de las miradas cómplices de los arroyos.
He querido rezar una noche por los crepúsculos que gimen,
allí supe este destino de azules apariencias,
miento para juzgar el grillo amanecido,
la paz y el pan en la boca de una mujer,
es de noche, es de noche y es de noche,
cuando digo el verso al alma en penumbras.
Afilo la pluma hambrienta de soles mundanos,
quizá es inútil leer una hoja de otoño,
pero mi gris primavera duerme su desvelo,
cristalizado adiós de un velero en alta mar.
Cuando las nereidas vuelvan al mundo de las palabras,
le entregaré una voz inmutada de dolor,
es que pienso en ti lector, húmedo de miradas,
de castillos lejanos en el tiempo,
de las galaxias que buscan rostros en el hundido vuelo.
Para mentir mi vida, para entregar la verdad y morir,
morir en una ausencia de cristos…
Puto, eres muy puto, porque te robaste la lágrima,
desojada flor de beldades ausentes…
Te doy… te doy el canto de las llamas en tu gris hiriente,
cuando se asoma el pájaro,
el pájaro de una mitad de rojo…
de tu sangre maldecida por este libro de luz.