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Primero fue la duda I

Publicado: Vie, 12 Jun 2015 20:46
por Raul Muñoz
“Tengo que tomar una determinación. Estoy a punto de graduarme en el seminario de teología y no puedo dejar de pensar en abandonar mi carrera eclesiástica. ¿Qué haré con mi vida?».

Ezequiel sentado en su escritorio daba las últimas caladas a un cigarrillo y aquel interrogante dio forma al humo contenido en la habitación. Se levantó y avanzó hacia la ventana. «Lanzas tus plegarias sobre el altar y andas confundido por la duda. ¡Tú, clérigo o capellán, temes la infamia, que se oculta en la plácida mirada y en la complacencia del hombre que arde en deseos de prender fuego! Otra forma más de sublimación, eso es todo».

Se asomó a la ventana que daba a la calle para mirar al cielo y asegurarse de que Dios existe. Lo que pudo ver y oír no provenía del cielo. En la calle había un gentío gritando, se trataba de una manifestación. Los antidisturbios salían de las furgonas armados hasta los dientes. Observaba con atención todo cuanto sucedía. Vio como la crispación iba en aumento, la gente comenzaba a gritar cada vez más. Un cordón policial muy furioso avanzaba e indiscriminadamente, con mucha rabia, golpeaba con sus porras y lanzaba pelotas de goma a la multitud concentrada.

Se echó las manos a la cabeza y cubrió su rostro. Mirando de reojo pudo ver como la multitud huía despavorida, pisoteando a su paso el cuerpo de un niño. Tras contemplar aquello supo en lo que creía. Descubrió el amor de Dios o el de los hombres. Tuvo que ver a la muerte uniformada que avanzaba sin tregua para poner fin a la vida. Comprendió que era necesario tomar partido por esta última, también que no había que mirar al cielo sino a la tierra. Un escalofrío recorrió su espalda y se apresuró a cerrar la ventana. «Quizás no debería haberla abierto».

Su mirada se perdía en un crucifijo colgado en la pared, justo enfrente de su escritorio. Pasaba el tiempo sin abrir el libro que tenía delante y cuya cubierta acariciaba. Un recuerdo acaparaba su atención, un misterio perfumado en dulces fragancias que respiró en aquel lugar. La primera vez que visitó el Monasterio de Montserrat sintió una presencia divina. «Demasiado tarde, yo ya nada puedo hacer».

Ezequiel bajó a la calle para airear sus ideas. Recorrió las grises calles de la ciudad. « ¡Mira que hay ratas transeúntes!». Caminando a paso veloz y al mirar de reojo, veía a la gente como ratas, no como personas. Llegaban a sus oídos ruidos de sirenas. « ¡Qué escándalo es ese! Parecen voces de ultratumba. La verdad es que no vale la pena salir a la calle y querer pasear feliz cuando uno presagia un futuro postergado en cualquier lugar; lamentándose en un falso amor de madre y escribiendo poesía en cualquier biombo que, cual libro abierto, estremece las carnes de un muchacho que espera su turno en el prostíbulo. Y son muy bonitas ¡ya lo creo! las lenguas venenosas que ensalivan la débil carne, son: hermosas rosas, margaritas, amapolas y tulipanes. Todas ellas crecen ajenas a la primavera. Invitan a la paz y seducen a las armas más beligerantes, convirtiendo el odio y el rencor en caricias suaves y besos húmedos; dulces sueños que se prolongan en abrazos. Único consuelo para un alma desarmada, que despertó demasiado tarde».

Andaba sin rumbo y sus pensamientos eran continuos bandazos. Aquellos pensamientos en voz alta iban dirigidos a un rostro difuso, a cierta imagen que atraía poderosamente su atención. Sus pensamientos cual oraciones zumbaban en sus oídos.

***


Barcelona ardía y se levantaban barricadas. El ruido de sirenas ambientaba las batallas campales. Las banderas rojas ondulaban en el horizonte, azotadas por ráfagas de viento que no se detenían y presagiaban el estallido último del grito contenido. Una multitud de jóvenes tomaban ejemplo del viento y se reafirmaban en su posición beligerante. Los rumores corrían como un reguero: un niño murió tras recibir el impacto de una de las pelotas de goma lanzadas por la policía, en otra de las muchas concentraciones que se sucedían, aquella tarde, en la ciudad. Los neumáticos ardían dando la bienvenida al cordón policial, indicando la hora y el lugar del enfrentamiento. Entre tanta ira contenida, los jóvenes recordaban las historias que explicaban sus abuelos sobre los desaparecidos en las cárceles, los fusilados y el exilio de los sin pan. Toda aquella humillación injustificada aún hoy pesaba sobre aquellos jóvenes obreros. Todos recordaban la frase con la que sus abuelos solían acabar aquellas historias: «Son los mismos perros, pero con distinto collar». Los jóvenes apretaban sus dientes y levantaban sus puños en el aire. Aquellos recuerdos confluían en una única consigna. «Son los mismos perros, pero con distinto collar ¡A por ellos!». –gritaban los jóvenes. Las piedras, bolas de acero, cohetes y clavos se dirigían sin vacilación hacia las fuerzas del orden público, que poco a poco iban reculando sin dejar de lanzar pelotas de goma y botes de humo. La gasolina ardía en las botellas que los jóvenes lanzaban contra el cordón policial. « ¡Vamos a tomar la ciudad, se van a cagar estos cerdos burgueses y sus perros asesinos!». —gritaba un joven escupiendo al suelo. Las calles ardían y la euforia juvenil se desataba en la ciudad. « ¡Ahora nos escucharan!». —gritaban los jóvenes. Avanzaban y se enfrentaban a quienes pretendían dirigir el curso de sus vidas.

Entre aquellos jóvenes se encontraba Francesc o Quico, como él prefería que lo llamaran. Se trataba de un joven universitario que vivía en el barrio de gràcia de Barcelona. No había tenido una vida fácil y su sangre hervía. Un chico que bullía en un mundo en guerra.
***


Ezequiel prosiguió su marcha errante. Imaginaba su vida como una atormentada y trágica digestión. La vida lo atropellaba y digería como a una vulgar alimaña, pero no se rendía. Quería ser un hombre, no una rata más. Aún estaba seguro de que Dios existe. Sus pasos se dirigieron a la montaña de montjuïc. « ¿Cómo es posible tanta crueldad? ¿Qué habrá sido del niño aquel? Las ratas huían despavoridas al escuchar las sirenas. ¿Cómo es posible que no vieran al niño? En todo caso, tendré que tomar una decisión. Volver al monasterio me atormenta».

A lo lejos vio al hombre de las ratas, así lo llamaba porque fue el primer hombre que él vio en aquella ciudad. Fue necesaria la noche, la sigilosa incertidumbre que aguza los sentidos. Aquel personaje extraño iba vestido de negro y caminaba con paso ligero. A su paso iba deteniéndose y alumbrando con una linterna. Se imaginó que aquel hombre se acercaba a él y lo alumbraba. «¡Claro, el hombre tendrá que ser iluminado o no cobrará vida! ¡Ojalá me ilumine con su linterna!». Quiso correr a saludarlo y sus pies no lo acompañaron. Y su ímpetu se fue para no volver, igual que el hombre de las ratas.

Amanecía cuando bajó de la montaña. Otro día apareció en su horizonte y la duda seguía al acecho. «Se hizo tarde, vaya horas de llegar a casa. Siempre lo mismo, otra vez demasiado tarde. Otro día pasó y ya queda menos de una semana para los exámenes finales».

Ezequiel llegaba a su casa cuando vio una figura extraña, agazapada en un portal. Con curiosidad se acercó. «Quizás ahora se aclaren mis dudas». Él vio una especie de animal extraño, dormido y manchado de rojo. «Por favor, ayúdame. Estoy herido y no tengo donde ir a dormir». —dijo la criatura. Se acercó asombrado y recordó la imagen que acaparaba su atención. Ayudó a levantarse a la criatura y la llevó a su casa.

***

Publicado: Sab, 13 Jun 2015 8:42
por Hallie Hernández Alfaro
Raúl, ante todo mi bienvenida a este lado de Alaire. Ya has dejado aquí otros textos muy buenos y no había podido pasar con tiempo y justicia por ninguno de ellos.

Tu trabajo en Primero fue la duda I promete. Los personajes están delineados con esmero. Ezequiel, Francesc, el hombre de las ratas, la criatura herida. El escenario también me ha gustado; Barcelona intensa siempre, en absoluto repliegue y con el ánimo enfebrecido, me ha hecho pensar en aquella Francia de Los miserables donde la sed de justicia desembocaba en ríos turbulentos...

Esperamos con emoción la segunda parte, amigo.

Abrazos y felicidad.

re: Primero fue la duda I

Publicado: Dom, 14 Jun 2015 22:51
por Raul Muñoz
Hola Hallie, gracias por tu tiempo. Se trata de un relato largo, es de lo primero que escribí, antes de escribir poesía. Luego me he centrado más en la poesía, creo que ahora volveré a otros géneros, más allá de la poesía.

Me alegro de que resulte de tu interés.

Un fuerte abrazo, amiga.