El delirio de los cuerdos
Publicado: Mar, 09 Jun 2015 7:49
Entre los parpados que no abren
y callado de esencia, para no mentir
habita el fantasma anodino de la existencia,
esa levedad que no puede ni proclamarse,
diáfana, insensata y tan solo etérea
hondea como un deseo
porque no existe; versa un sueño.
El delirio de los cuerdos,
la ambición de los vivos,
el recuerdo de los tallados con estrellas,
el deseo de los inmortales sin nobleza,
el cántico de un alma partida,
la exquisita presencia de una sombra,
el inconexo alarido de la tristeza
o el difamado cuento de la soledad.
Amor, para qué te quiero; sin ti me muero.
Gota en el jardín pervertido por jazmines,
hueco deformado por la palabra no dicha,
transparencia bordeada de pliegues,
balanceado de mareas entre olas estrechas,
cadena tejida sin metal,
duelo envejecido por la clemencia,
óperas pasajeras, ajenas al canto
o los besos clavados,
o el maléfico recuerdo que solo corrompe,
o el sueño atascado que no llega,
o tú, amor mío.
Cúspide indecisa de lo remoto, vuelve.
y callado de esencia, para no mentir
habita el fantasma anodino de la existencia,
esa levedad que no puede ni proclamarse,
diáfana, insensata y tan solo etérea
hondea como un deseo
porque no existe; versa un sueño.
El delirio de los cuerdos,
la ambición de los vivos,
el recuerdo de los tallados con estrellas,
el deseo de los inmortales sin nobleza,
el cántico de un alma partida,
la exquisita presencia de una sombra,
el inconexo alarido de la tristeza
o el difamado cuento de la soledad.
Amor, para qué te quiero; sin ti me muero.
Gota en el jardín pervertido por jazmines,
hueco deformado por la palabra no dicha,
transparencia bordeada de pliegues,
balanceado de mareas entre olas estrechas,
cadena tejida sin metal,
duelo envejecido por la clemencia,
óperas pasajeras, ajenas al canto
o los besos clavados,
o el maléfico recuerdo que solo corrompe,
o el sueño atascado que no llega,
o tú, amor mío.
Cúspide indecisa de lo remoto, vuelve.