Nocturno

[Óscar Distéfano]

Muy bello poema de Óscar.

Mil gracias, Rafel. Valoro mucho tu apoyo de siempre. Enhorabuena.

Un abrazo grande.
Óscar

[Óscar Distéfano]

Bellísimo poema. Lo he disfrutado. Un abrazo.

Gracias, Ramón. Es una alegría y un honor tenerte.

Un abrazo.
Óscar

[Marisa Peral]

Jim Morrison y este Nocturno ¿qué más se puede pedir?
Mi felicitación más efusiva, Óscar, he disfrutado estos versos.

Abrazos.

[Francisco Lobo]

A mediados del poema pensaba que el anterior era mejor, pero al llegar al final...¡Qué dos versos finales, mi amigo, qué grandeza. Te felicito y te envío mi abrazo.

[Óscar Distéfano]

De los mejores poemas que te he leído, Óscar. Siempre es grato deshacerse en elogios como un compañero, cuentas con mi admiración.

Un abrazo..

Gracias, Enrique. Es bueno tenerte, compañero.

Un abrazo fuerte.
Óscar

[Ana Muela Sopeña]

Óscar:

Tu poema estremece por su belleza y por su arrolladora fuerza emocional.

Aplausos
Un beso grande
Ana

[Óscar Distéfano]

Óscar superstar.

Un elogio quizás excesivo, pero lo tomo como una palmada de amigo.

Un abrazo grande.
Óscar

[Francisco Lobo]

Bue, nocturno, amigo. Poesía de calidad, alta. Un abrazo.

[F. Enrique]

Tienes poemas muy buenos, Óscar, pero considero que este "Nocturno" tuyo tiene un algo más que lo hace único en el mundo, como la rosa de Saint-Exupéry.

[F. Enrique]

Uno de los mejores poemas que transitan por el Foro.

Un abrazo.

[Marisa Peral]

Nocturno

Creo sentir, en estas horas,
la más escasa multitud del hombre.

Al crepúsculo empiezan a llorar las rosas
como si en el barranco mismo de la muerte se cayeran
con el aroma de la tierra
recién mojada, y la alarma del grillo
ante la tensa y helada tiranía en los rincones.

Vuela la sirena de una ambulancia.
En el cuarto de arriba suenan la guitarra y la voz
eterna de Jim Morrison, y de nuevo la luna
y sus paños en mi ventana. De nuevo la añoranza.

Lentamente el ahogo emerge del navío naufragado
y se eleva hacia el cielo pardo y taciturno,
y en el jardín se apagan todas las antorchas,
y el tembloroso aroma de las azucenas se refugia
en el rincón más libre de corriente de aire del garaje.
Este año el invierno muerde.

Como el amor de Cristo coronado,
como un parque de juegos infantiles,
como los manantiales rapsodas de las cordilleras,
como el mutismo misterioso del deseo
que oscurece la noche
y apaga los espejos quemantes...

tus pechos --hermosas palomas--, duermen
sobre el follaje de mis ruinosas amapolas;
y ningún alambre en el cielo, ningún cable en mi panorama.
Todo cuanto está vivo es una lámpara sin protección.

Tu rostro ajado llega y me muestra la pátina perdida de la sala,
se despeña con sus lejanas risas habituales,
y deja su ventana bien abierta
donde un doliente adiós observa desde allá.

Hubo un setiembre eterno nuestro
en una habitación de resplandores,
sublime como el ateísmo que desea
echarse de rodillas. Ni tú ni yo lo recordamos ya.

Se alargan los árboles de la noche, y huyen sus aves
de mi boca. En el silencioso río de la calle
va muriendo el silbido solitario de un hombre en paz,
y mi alma embotellada
flota hacia el mar del gran descanso.

He venido a buscar este “Nocturno” que mencionó F.Enrique y lo subo para deleite de todos.
Una obra magnífica.

Abrazos

[Alejandro Costa]

Potente, efusivo y bien llevado escrito.

Un nocturno con mucho brillo.

Buen escrito, Óscar.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[F. Enrique]

Sublime.

Un abrazo.

[Gia Nuage]

Que hermosura de poema.

La entrada es una joya. Un abrazo! se va a mis favoritos.