Editorial Alaire

Hay una niebla un centímetro después de mi contorno, se gira conmigo, me mira insistente, tal vez aguarde la brusquedad de un movimiento que no estoy dispuesta a maniobrar. En ella, dispersos, flotan los pasos equívocos, los planes inacabados, la luz de todos esos días que apagué, como una lámpara, mientras la noche me incrustaba en su estómago de sombras.

Ahora estoy sentada en el sofá, con el ordenador portátil sobre las rodillas y mientras tecleo esta frase absurda va zigzagueando sobre mis dedos muertos, absorbiendo el humo de mi último cigarrillo y mirándome, mirándome siempre, como el que espía las coordenadas de un péndulo que nunca llega a la cima de su tiempo.

La dejo hacer, solo espero que respete mis sueños, más tarde, mientras duermo.

Reflejas con gran acierto la sensación del peso de la vida, una presencia informe que invade el momento, y se instala dominando el sentido y los segundos que circulan espesos hacia la noche.

Es un placer y un privilegio contar con tus escritos, gracias por tu participación amiga.
Besos y felicidad