Reina
Publicado: Vie, 22 May 2015 22:12
No pendes de ninguna palabra,
mantienes el equilibrio a raya;
la línea de tu labios quieta
como una locomotora marina
y la mano densa en el ombligo,
abstrayendo las reservas del aliento
para poder decir yo de una manera impenetrable
y accesoria. Se terminaron las comparaciones,
un mapa en tus manos designa el cuero del arroyo;
la transparencia de tu sombra engorda el ojo del caballo
pisoteando a su amo camino de una luz irreversible.
Perdón por contextualizar, por correlativizar
todas éstas inmediateces diacrónicas del sonido
venido a menos en cualquiera de las voces que hasta aquí he llegado.
Eh, ¿recuerdas, cuando dije que no pensar
hacía mi existencia más profunda,
que mi lengua era una torre sin puertas ni ventanas
como la piel flotando un poco por encima del agua
fuera de la mazmorra del día pero reverberando
con el sol del día?;
¿recuerdas que tenía algo que decir acerca del paisaje,
siempre cosas que el paisaje no tenía
pero que el paisaje suscitaba como si la ausencia fuese
una forma de poder absoluto, una contraceremonia?.
¿Recuerdas tu belleza, que sacaba a los hombres de la tierra
para peinarlos antes del juicio,
soltando tus trenzas a través de una inscripción en el silencio?,
¿recuerdas cuando los subías hasta tu cuerpo para que te imaginaran
y ya no tuvieran nada que temer?.
Por las noches me tiendo como el arroyo,
en albino cuero diminuto;
mis cabellos imitando tu altura al esparcirse
por el resplandor nocturno de mis párpados.
Virgen del arco iris, niña del ojo de mi calavera errante.
No pendes de ninguna palabra,
Tú no tienes sentido.
No obedeces. Eres la reina.
mantienes el equilibrio a raya;
la línea de tu labios quieta
como una locomotora marina
y la mano densa en el ombligo,
abstrayendo las reservas del aliento
para poder decir yo de una manera impenetrable
y accesoria. Se terminaron las comparaciones,
un mapa en tus manos designa el cuero del arroyo;
la transparencia de tu sombra engorda el ojo del caballo
pisoteando a su amo camino de una luz irreversible.
Perdón por contextualizar, por correlativizar
todas éstas inmediateces diacrónicas del sonido
venido a menos en cualquiera de las voces que hasta aquí he llegado.
Eh, ¿recuerdas, cuando dije que no pensar
hacía mi existencia más profunda,
que mi lengua era una torre sin puertas ni ventanas
como la piel flotando un poco por encima del agua
fuera de la mazmorra del día pero reverberando
con el sol del día?;
¿recuerdas que tenía algo que decir acerca del paisaje,
siempre cosas que el paisaje no tenía
pero que el paisaje suscitaba como si la ausencia fuese
una forma de poder absoluto, una contraceremonia?.
¿Recuerdas tu belleza, que sacaba a los hombres de la tierra
para peinarlos antes del juicio,
soltando tus trenzas a través de una inscripción en el silencio?,
¿recuerdas cuando los subías hasta tu cuerpo para que te imaginaran
y ya no tuvieran nada que temer?.
Por las noches me tiendo como el arroyo,
en albino cuero diminuto;
mis cabellos imitando tu altura al esparcirse
por el resplandor nocturno de mis párpados.
Virgen del arco iris, niña del ojo de mi calavera errante.
No pendes de ninguna palabra,
Tú no tienes sentido.
No obedeces. Eres la reina.