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Anónimo madrileño

Publicado: Lun, 26 May 2008 0:29
por Isabel Rodríguez
ANÓNIMO MADRILEÑO


Ante un escaparate, dos muchachas en flor
intercambian caricias, besos desafiantes,
mientras guiñan innúmeras las luces de la fiesta
y deslumbra la noche.

Se entrelazan los brazos, dos súbitas serpientes
reptando en la dulzura del cuerpo acariciado.
Toda la luz del mundo se derrama en sus ojos,
en la sed de sus labios.

Transita por sus flancos una inquieta marea
de viandantes, que apenas dedica una mirada
al frágil monumento de amor que ellas erigen
entre el ruido y el humo.

Y ese pasar ausente de sorpresa o rechazo,
esa mirada sin reconvenciones,
esa falta de asombro ante sus besos,
eso es la libertad.

re: Anónimo madrileño

Publicado: Lun, 26 May 2008 10:46
por Amparo Bletisa
Efectivamente Isabel, en Madrid cualquiera se siente un poco más libre. Es inmensamente generoso y despreocupado por lo que no nos debe preocupar a nadie que es la vida de los otros.
Has sabido mirar muy bien esa escena en una ciudad tan libre como Madrid.

Publicado: Lun, 26 May 2008 13:32
por Alberto Batania
Poema de bella factura y con un fondo que llega. Es extraño y cierto que la libertad es a veces la indiferencia.

Hasta pronto.

Publicado: Lun, 26 May 2008 13:37
por Marian Heredia
Hermoso y nutrido versar
es un placer pasar por tus letras
Abrazos

re: Anónimo madrileño

Publicado: Mar, 27 May 2008 18:12
por Isabel Rodríguez
Muchas gracias, BLETISA, BATANIA, MARIAN, por vuestra lectura y vuestros estimulantes comentarios. Y por sentir a Madrid, mi ciudad, aunque hace muchos que no vivo en ella, como una ciudad libre donde todo puede contemplarse sin malsanos asombros.

Un abrazo para las tres.

Publicado: Mar, 27 May 2008 18:18
por Valentin Martin
Exacto, amiga mía, eso es la libertad: vive y deja vivir. Tu poema nos trae el mensaje y un puñado de hermosas imágenes. Un beso.

re: Anónimo madrileño

Publicado: Mar, 27 May 2008 18:22
por Isabel Rodríguez
Valentín, qué inesperada alegría encontrarte en un momento que paso por aquí. Pues sí, vivir y dejar vivir y sobre todo no juzgar, saber aceptar las realidades ajenas con la misma simpatía con que deseamos que se acepten las nuestras. Un beso muy fuerte, amigo mío.