12 A.M.
Publicado: Sab, 16 May 2015 11:39
El mundo de la calma es el olvido. Allí, donde enmudecen remolinos
y donde los torrentes dejan paso al remanso, lejanos ya
los abruptos repliegues, las imposibles cárcavas del sentimiento.
A mí, las claras superficies, los trasfondos azules de los días luminosos,
los días aburridos en que un Martini blanco sustituye a los besos
que un día levantaron montañas en la piel temblorosa.
A mí, la soledad ensimismada, la encadenada y dulce
rutina que encanece mi pelo. Da igual. Toda pasión
arrastra sombras que disimulan en sus hilachas negras
la primordial luminiscencia del estallido. Y al tiempo entronizado,
¡qué más le da que todo ocurra como nidos de luz en el recuerdo!
Cuando morimos, ¿quién sabe escudriñar el álbum que dormita
en las profundas simas del cerebro sin aire, sin humedad que riegue
los feraces jardines que un día florecieron en palabras?
Mientras tanto, acarícieme el viento de los días que dulcemente evoca
tiempos mejores, perfumados paisajes, amores que sólo pueden recordar,
en su silueta azul, lo que nunca ocurrió, aquello que jamás
se encarnará en el tiempo ni en la carne.
y donde los torrentes dejan paso al remanso, lejanos ya
los abruptos repliegues, las imposibles cárcavas del sentimiento.
A mí, las claras superficies, los trasfondos azules de los días luminosos,
los días aburridos en que un Martini blanco sustituye a los besos
que un día levantaron montañas en la piel temblorosa.
A mí, la soledad ensimismada, la encadenada y dulce
rutina que encanece mi pelo. Da igual. Toda pasión
arrastra sombras que disimulan en sus hilachas negras
la primordial luminiscencia del estallido. Y al tiempo entronizado,
¡qué más le da que todo ocurra como nidos de luz en el recuerdo!
Cuando morimos, ¿quién sabe escudriñar el álbum que dormita
en las profundas simas del cerebro sin aire, sin humedad que riegue
los feraces jardines que un día florecieron en palabras?
Mientras tanto, acarícieme el viento de los días que dulcemente evoca
tiempos mejores, perfumados paisajes, amores que sólo pueden recordar,
en su silueta azul, lo que nunca ocurrió, aquello que jamás
se encarnará en el tiempo ni en la carne.