La canción al deseo infinito
Publicado: Sab, 16 May 2015 9:35
Acostada entre tus pliegues y encendida en el efímero rastro
de tu sutil presencia,
acompaño la malicia de unas manos,
de un plano de refugios escondidos
o del bramido valiente de todas las fieras que me abarrotan.
Esa bruja mía que deseosa
y diferenciando latidos, magias y sueños,
entre maldades y destellos, forja límites
equitativos y un llanto excesos,
para componer los rosarios de alas que transporten caricias,
despreciando lo recorridos que no recreen la novedad eterna,
que existan y deambulen entre los montes
del los cuerpos y sus misterios.
La bruja que alcance torres que se comprometan con el orgasmo,
que se deslice entre catedrales o deseos repletos de muros
agrietados por suspiros, bruja para pasear en la inmortalidad
de todos los dedos, de todas las caricias que estremecen
y de las sinfonías de besos, que se entrelazan
con las pieles y sus poros, coronando los validos del ardor
que, en sus triunfos, estrella alaridos en la noche,
para bailar entre las notas del placer y sus olores.
La bruja que en un drama resurge inconexa
de las dependencias sin vida, de los eslabones
que perdidos entre las esquinas, aún son no natos
del gozo, y esperan el aliento sabio del yugo
reprimido de sus misterios,
para desquiciar todos lo venenos y todos los enemigos
que envidiosos y lascivos desean en sus silencios,
para prohibir escaleras que ansiosos destronamos.