-Nina y El Lagarto-
Publicado: Vie, 15 May 2015 21:01
En la esquina trabaja el Lagarto,
su alma de hueso,
su voz,
diamante azulado en colgante de hojalata.
El Lagarto nació para estrella.
Nina pasa cada tarde por la avenida,
un trabajo de mierda viola
sus impulsos de vida,
no es consciente
de lo perverso de la situación.
El Lagarto probó las mieles del éxito
y las hieles que defecaron sobre su pecho
un finísimo polvo blanco.
Eligió el camino del cazador de hienas
que supura tristeza en cada dentellada,
se hizo fuerte en su esquina,
con la gorra y la guitarra.
Nina se masturba cada mañana,
se corre mientras su marido se afeita las ganas,
más tarde prepara el desayuno a los niños
y su cabeza entra en un bucle permanente de simpatía
y frases vacías.
Nadie en el mundo entiende su soledad.
El médico le receta Lexatín.
El Lagarto esta tarde canta rancheras , la heroína es buena y se siente el rey.
Nina vuelve del trabajo, camina despacio, como una gata, como una reina.
Se miran,
son dos adolescentes ingenuos que piden cariño a silencios,
se acercan,
respira uno el aire del otro,
sonríen nerviosos.
Nina abre el bolso,
sobre la mano un par de euros,
roza su piel ajada con los dedos,
sólo en ese instante se siente viva,
el Lagarto sigue convencido de repetir un sueño,
y se alegra de sentirse muerto.
su alma de hueso,
su voz,
diamante azulado en colgante de hojalata.
El Lagarto nació para estrella.
Nina pasa cada tarde por la avenida,
un trabajo de mierda viola
sus impulsos de vida,
no es consciente
de lo perverso de la situación.
El Lagarto probó las mieles del éxito
y las hieles que defecaron sobre su pecho
un finísimo polvo blanco.
Eligió el camino del cazador de hienas
que supura tristeza en cada dentellada,
se hizo fuerte en su esquina,
con la gorra y la guitarra.
Nina se masturba cada mañana,
se corre mientras su marido se afeita las ganas,
más tarde prepara el desayuno a los niños
y su cabeza entra en un bucle permanente de simpatía
y frases vacías.
Nadie en el mundo entiende su soledad.
El médico le receta Lexatín.
El Lagarto esta tarde canta rancheras , la heroína es buena y se siente el rey.
Nina vuelve del trabajo, camina despacio, como una gata, como una reina.
Se miran,
son dos adolescentes ingenuos que piden cariño a silencios,
se acercan,
respira uno el aire del otro,
sonríen nerviosos.
Nina abre el bolso,
sobre la mano un par de euros,
roza su piel ajada con los dedos,
sólo en ese instante se siente viva,
el Lagarto sigue convencido de repetir un sueño,
y se alegra de sentirse muerto.