La historia del ano

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Allen Rambó
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Registrado: Mié, 06 May 2015 0:02

La historia del ano

Mensaje sin leer por Allen Rambó »

Hoy les contaré la historia de cómo un día La Duquesa Muerte vino, mordió mis testículos, y jugamos con ellos a imaginar viajes a lo largo de todo el valle de la locura. Todo que a continuación narraré es totalmente cierto.
Todo comenzó en el psiquiátrico donde me dejaban dormir. Mi compañero de cama, el hijo de Dios, padre de todos los ángeles, eyaculador de rituales satánicos, un borracho que se hacía llamar El Barquero de Denver que todos conocíamos por Kersenta (por su amor a la keratina en vena y a la absenta) la noche anterior había follado mi ano muy fuerte, y estaba exhausto.
Me despertaron unos aterradores golpes (puede que fuesen con una celestial polla) sobre la puerta imaginaria. Lloré, vomité, recé a Baal Hammon y abrí la puerta. Al principio creí que era el mismísimo Hitler con una rosa blanca llena de pulgas en el culo. Pero al poco tiempo descubrí que era mi muy mejor amigo, follador de bocas de policía, Jota “el semen blando”. El apodo de “semen blando” se lo puse yo mismo un mágico día tras una espumosa y mocosa mamada, en la que descubrí que su semen parecía mousse de vainilla. Desde aquel día su semen era habitual el nuestras comidas.
- ¿Escuchaste anoche como Zeus meó sobre el carruaje de aquella puta que matamos en Pasadena? -marmulló Jota “el semen blando” haciendo la última “a” de “Pasadena” mucho más larga que mil pollas de angelitos fosilizados
- No, Jota, estaba ocupado intentando suicidarme con un trago de ácido, pus y cera de oídos.
- ¿Y funcionó?
- A medias.
Después de desayunar una tarta de lubricante anal, caminamos atemorizando con nuestros flácidos culos a universitarias con pezones de nata. Llegamos a La Cantina de la Misericordia y pedimos una ralla de flan de cuajada con LSD. Nos la esnifamos, hablamos sobre un viaje que teníamos pensado a las entrañas del infierno, y reímos pensando en cómo profanaríamos el milenario culo de Caronte. Al rato, después de una estimulante masturbación al tabernero con el fin de saldar nuestras deudas, llamamos a través de los astros de la demencia a nuestro gran amigo, amante, asesino, marido Moises “El ojos de hez”. Su casera nos comunicó que había muerto. Vaya. Caminamos hacia casa.
En la puerta de la habitación nos esperaba (con un pezón extremadamente inflamado) Kersenta.
- ¿Dónde está mi poemario lleno de menstruo de Buda, hijo de la grandísima meretriz? –me amenazó.
- Dame dos días más, Osiris del Sexo Por Las Orejas.
(En aquella época me dedicaba a publicar epístolas de héroes y titanes)
El Barquero de Denver, creyó mi falacia (puede que debido a su estado de embriaguez) y aceptó, como es normal, mi invitación a que chuparme el glande.
Entramos a mi habitación, despachamos 4 niños rubios que leían teoría Vudú sobre un vagabundo en descomposición, y nos pusimos a fumar uñitas pequeñas de niña, recién compradas en el mercado de un afgano muy guapo y tuerto.
Fue entonces cuando ocurrió. Con una vela negra entre sus piernas, con un vestido lleno de pequeñas ratas marroquís, apareció La Reina Madre, La Secretaria Del Averno, La Duquesa Muerte. Sus tetas eran anormalmente sedientas de zoofilia y nos hechizaron, nos hechizó.
Sacamos nuestras recién lavadas pollas y nos acariciamos los huevos unos a otros (costumbre que habíamos adquirido después de un viaje a Londres para descubrir a qué olía el coño de Margaret Thatcher)
La Parca, con ojos de rana, se acercó y con un lenguaje casi indescifrable susurró:
- Debéis repetir estas palabras “La lujuria será quien guíe nuestros pasos a partir de hoy”.
Las repetimos con espuma negra en la boca. La Maestra mordió mis huevos recién acariciados. La sangre era la reina de la orgía. No lloré, sólo gocé. Sacó mis huevos de mi bolsa escrotal, y como si fuesen dos pelotas de ping-pong los tiró contra la pared. Eso me produjo un breve e intenso orgasmo. Revotaron y cayeron exóticamente sobre el regazo de Jota “el semen blando”.
Después de eso mis recuerdos son borrosos y yuxtapuestos. A los años, Kersenta me contó que la Muerte agarró mi carcomida mano y me llevó de paseo al valle de la locura. Cuando volví, no recordé nada.
Hallie Hernández Alfaro
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Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Un texto interesante, bien escrito; la locura, sus entresijos; el freudiano thanatos destronando a Eros de su pretendida majestad.

Bienvenido seas a Prosa Alaire.

Saludos cordiales; gracias por compartir, Allen.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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Allen Rambó
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Mensaje sin leer por Allen Rambó »

El instinto de muerte.
Muchas gracias Hallie, un saludo
E. R. Aristy
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Mensaje sin leer por E. R. Aristy »

Muy buen escrito, Allen. Provocador, irreverente, repugnante...sin embargo describe la realidad de los submundos del que participan personas muy pulcras y distinguidas. Es el infernio del total desenfreno. Algunos lo llaman "libre alberdrio". Me parece que tu talento es superior a todas esas eyaculaciones en el terreno baldio de lo prosaico y vulgar. Pero lo prosaico y vulgar es lo que mas se encuentra entre las realidades de la vida. Un texto como este nos sirve para comprobar que estas actividades no nos ayudan a crecer y a evolucionar. Creo que envuelven mas cosas que, aunque bastante completo,no aparecen en el ano que nos expones. Por ejemplo los abusos sexuales de los niños y los enfermos mentales. Por cierto tu magnifico escrito, me recuerda la historia de un ricachon de la antigua Grecia, como seguro sabes los Griegos fueron de los primeros en cuestiones de piscinas, el caso es que este hombre despues de usar al niño de unos cinco años en su piscina, salio ay lo tiro vivo por un barranco cercano. El infnaticidio yel abuso sexulal delos niños son tan antiguos como todas estas asquerosidades que bien nos describes (y que la palabra [locura[ ) y es lo unico que estoy en desacuerdo contigo, no es la que describe la abominacion de estas cosas. Te felicito por ser un muy buen escritor, no creo sea solo para hacernos vomitar la hiel, pero, creo que expones el cadaver del hombre abominable, el hombre que puede ser el juez, el , fiscal, el medico de cabecera, el turista que va a Guatemala y paga un dollar por chuparle la vulva a una recien nacida. E. R. A.
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E.R.A.
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Allen Rambó
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Registrado: Mié, 06 May 2015 0:02

Mensaje sin leer por Allen Rambó »

Muchas gracias por tu espléndida respuesta (como siempre, que te vas haciendo una habitual en mis poemas :wink: )
Sí, yo quería transmitir en este relato algo más que el asco. Una persona """normal""" que se ponga a leer este relato, sin profundizar, le producirá un asco terrible. Pero si lo analizas, lo interpretas... El asco pasa a un segundo plano. Algo parecido pasaba con Baudelaire.
Muchas gracias de verdad, un abrazo.
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