Página 1 de 1

Un teorema distinto

Publicado: Lun, 27 Abr 2015 16:51
por María José Honguero Lucas
Aquella noche parecíamos dos niñas escondiendo un tesoro, vanagloriándonos de nuestra habilidad para custodiarlo sin que los demás se percataran de que teníamos entre las manos algo que cambiaría el mundo, que nos hacía más grandes, más felices que el resto.
En efecto era así, teníamos que esconderlo bien o, de lo contrario, se convertiría en sal a la vista de otros y desaparecería con la primera lluvia.

Todavía me estremezco cuando me traslado a aquel momento, a ese bar en que todos brindaban con sus copas sobre la mesa mientras nosotras, a hurtadillas, lo hacíamos con nuestros pies bajo ella, ellos eran entonces la prolongación de nuestros ojos, de nuestros labios, de nuestro deseo incandescente y, a la vez, amordazado.
Esa noche sentamos los cimientos de un idioma distinto, nuestro, uno en que las palabras no tenían lugar y eran un roce o una mirada a medias los que conjugaban todos nuestros verbos, los que dibujaban en nuestros párpados las coordenadas de ese mapa a oscuras donde recorrernos y hacer de la noche nuestro único cielo.
Tú y yo, un teorema distinto que revolucionaba la matemática de nuestras vidas y nos situaba en la misma bisectriz de un amor agudo.
Más tarde bajamos al baño, eso sí fue fácil, y como una ladronzuela y la excusa del tiempo te robé el primer beso sin siquiera mirarte, para no poder ver en ti arrepentimiento alguno. Fue un instante tan breve como elástico, pues en él depositamos todos los silencios y las ansias remotas, toda nuestra carne, nuestra saliva y ese punto ambiguo donde dos fronteras se funden en una misma patria.
Luego fuimos al hotel y nos derramamos los bordes sobre el llanto de aquella cama antigua, cosiendo piel con piel, lágrima con lágrima, hasta que el amanecer nos despertó de la más hermosa de las contradicciones.
Allí unimos por siempre nuestras manos a pesar de las distancias, a veces físicas, otras simplemente ajenas, allí aprendimos a amarnos “a pesar de”, “en contra de” y, en contadas ocasiones, “frente a”, y eso también nos enseñó que el amor que se guarda, sea el tiempo que sea y por la razón que sea, crece mucho más robusto y por encima de todas las barreras.

Hace casi diez años desde aquella noche y ahí estás, durmiendo a mi lado, mientras yo redacto esta carta casi como una plegaria.
Podría seguir escribiendo hasta que la madrugada acabase por devorarme, decirte cuánto te he amado estos años y cuánto sigo amándote en este mismo instante, agradecer tu fortaleza o, acaso, pintarte una flor por cada aventura compartida.
O podría apagar las luces y dormir abrazada a tu cintura.

Publicado: Mié, 29 Abr 2015 11:34
por Hallie Hernández Alfaro
Muy hermoso e intenso, María José. Gracias siempre por tus aportes.

Salud y felicidad.

Publicado: Mié, 29 Abr 2015 20:24
por Mariano García
María José, un placer leer tu prosa igual de intensa que tu poesía.

"O podría apagar las luces y dormir abrazada a tu cintura."

Enhorabuena por esas infinitas y gratificantes opciones, esa libertad que te ofrece ese amor tan amplio que disfrutas.

Recibe un cordial saludo.

Publicado: Sab, 23 May 2015 18:18
por Carmen López
Bellísimo, María José, hermoso y valiente a partes iguales y a veces, sólo a veces...no tan distinto.

Un abrazo grande, grande.

Carmen

re: Un teorema distinto

Publicado: Lun, 25 May 2015 14:51
por Raul Muñoz
Un breve relato muy bien planteado y mejor resuelto. Nos coge de la mano desde el principio para hacernos cómplices de algo muy hermoso.

Me gustó mucho Mª José.

Un abrazo, amiga.