Oda al ladrón
Publicado: Lun, 20 Abr 2015 18:46
Oda al ladrón
Tendido en mi cama con el mareo y las náuseas,
el dolor de oídos fluye como sombra despojando el sueño,
desde esa oscura impaciencia la tortura es murmullo de caverna
que quema, en círculos, la alada quimera de la tierra,
y, las burbujas de visión cantan el polvo lejano que desaparece
con el cazador de milagros.
¡Oh, enciende la danza de esqueletos en la selva de los misterios!
Tristes son las melodías de siempre, pero más tristes son los agotados sentidos,
la voz que se escucha despojada del verde matinal,
del hermoso capullo sin amante deseo,
sin las hojas de quietud y silencio,
con el rosario de fantasmas en mágico chillido.
Fríos son las pasiones, pero más frío son los pensamientos,
río de calma allá en los agudos santuarios del éxtasis del hielo,
del dulce zumo vigilante oculto en el llanto de los años,
sin el coro del día y de la noche,
y, la suave campana con vacíos de sonrisas.
Me duele la muerte de la brisa con extraños juegos,
con gritos de locos, con ojos sordos de luz,
con amor no pronunciado y llorando
ante el reloj encarcelado.
Diferentes golpes de fuerzas ocultas aniquilando la heroica memoria,
derritiendo la última noche de cielo.
Somos lo que somos gracias al ladrón que aviva el fuego de nuestro sufrimiento.
Tendido en mi cama con el mareo y las náuseas,
el dolor de oídos fluye como sombra despojando el sueño,
desde esa oscura impaciencia la tortura es murmullo de caverna
que quema, en círculos, la alada quimera de la tierra,
y, las burbujas de visión cantan el polvo lejano que desaparece
con el cazador de milagros.
¡Oh, enciende la danza de esqueletos en la selva de los misterios!
Tristes son las melodías de siempre, pero más tristes son los agotados sentidos,
la voz que se escucha despojada del verde matinal,
del hermoso capullo sin amante deseo,
sin las hojas de quietud y silencio,
con el rosario de fantasmas en mágico chillido.
Fríos son las pasiones, pero más frío son los pensamientos,
río de calma allá en los agudos santuarios del éxtasis del hielo,
del dulce zumo vigilante oculto en el llanto de los años,
sin el coro del día y de la noche,
y, la suave campana con vacíos de sonrisas.
Me duele la muerte de la brisa con extraños juegos,
con gritos de locos, con ojos sordos de luz,
con amor no pronunciado y llorando
ante el reloj encarcelado.
Diferentes golpes de fuerzas ocultas aniquilando la heroica memoria,
derritiendo la última noche de cielo.
Somos lo que somos gracias al ladrón que aviva el fuego de nuestro sufrimiento.