No existen limones dulces
Publicado: Lun, 20 Abr 2015 13:52
Debajo de un limón verde
donde el agua no corría
entregué mi corazón
a quien no lo merecía.
Apareciste en mi vida
de una manera curiosa
y me entregué temerosa
mostrándote mis heridas.
Fue ese el punto de partida
más negro que yo recuerde
pues buscaste poseerme
robándote mi ternura
y en vano busqué dulzura
debajo de un limón verde.
Junto con la primavera
aparecen los primores
nos deleitan sus sabores
embelesan cual quimera.
Y como una quinceañera
lo evidente no veía:
era promesa vacía
toda caricia y pasión,
planté semillas de amor
donde el agua no corría.
Nuestra historia fue de arena,
quise creer que era flor,
que en pétalos de color
transmutaría mis penas.
En cada noche serena
abandoné la razón
embriagada en la ilusión
añoraba sus caricias
soñando con su sonrisa
le entregué mi corazón.
La desolación no avisa
si decide aparecer
¡Cómo me hizo padecer
la más amarga noticia!
Aquella miel de tu risa
no vería luz de día
pues de amarga alevosía
entretejiste tu engaño
y le hiciste mucho daño
a quien no lo merecía.
Con este pie se despide
dejando una puerta abierta
un corazón que despierta
y se da cuenta que vive
que de la vida recibe
y entrega de igual manera
ya lejos de las quimeras
y de ilusiones amargas
mi propia historia se encarga
de dar lecciones certeras.
donde el agua no corría
entregué mi corazón
a quien no lo merecía.
Apareciste en mi vida
de una manera curiosa
y me entregué temerosa
mostrándote mis heridas.
Fue ese el punto de partida
más negro que yo recuerde
pues buscaste poseerme
robándote mi ternura
y en vano busqué dulzura
debajo de un limón verde.
Junto con la primavera
aparecen los primores
nos deleitan sus sabores
embelesan cual quimera.
Y como una quinceañera
lo evidente no veía:
era promesa vacía
toda caricia y pasión,
planté semillas de amor
donde el agua no corría.
Nuestra historia fue de arena,
quise creer que era flor,
que en pétalos de color
transmutaría mis penas.
En cada noche serena
abandoné la razón
embriagada en la ilusión
añoraba sus caricias
soñando con su sonrisa
le entregué mi corazón.
La desolación no avisa
si decide aparecer
¡Cómo me hizo padecer
la más amarga noticia!
Aquella miel de tu risa
no vería luz de día
pues de amarga alevosía
entretejiste tu engaño
y le hiciste mucho daño
a quien no lo merecía.
Con este pie se despide
dejando una puerta abierta
un corazón que despierta
y se da cuenta que vive
que de la vida recibe
y entrega de igual manera
ya lejos de las quimeras
y de ilusiones amargas
mi propia historia se encarga
de dar lecciones certeras.