Luz mojada
Publicado: Vie, 03 Abr 2015 18:44
Ahora viene mástil, el entrañable eje,
el que aleja los lados con un foco.
Ilumine lo que ilumine, no hay sombra.
Se apropia objetivamente del volumen de las cosas y sus nombres,
se simplifica para emerger. Su presencia es el rey de los gentilicios.
Simula ser un aguacero,
transparencia pulverizada, vapor que se mira y gime.
No ve nada, todo fue descubierto por su apariencia.
Cuando cesa la imagen, la pulpa del tiempo se reúne
para dislocar espacios en la boca. Entonces
todas las iniciales se vuelven puras y mayúsculas.
Mástil. Hay que fijarse en los labios; se aprietan
como la madre de los besos y después sueltan la flora
por toda la madera erecta para desconquistarla.
Después viene Barco, con su mismo soplo se aleja,
se deja caer sobre el pecho;
atraviesa los copos medulares del sonido,
enfría las clavículas.
Al mar lo decapita,
al cielo lo desclava.
Se fue mástil.
Cómo vibra su estela si ejerzo la grafía
sonora de su cuerpo contra el cristal en blanco de mi cuerpo sin mundo.
Cómo se apropia el verbo del dibujo.
Estela y cuerpo, abstraídos impuros,
como una sola advocación proteica. Están solos,
todo está solo y se erosiona con la carne del labio
con la humedad de la lengua.
Estela y cuerpo se abren, se vacían, se descomponen.
Son trompos que silban desde una llaga seca,
seminal, intercostal,
profunda, que el corazón se afana en impostar.
En afinar la muerte,
en materializarse.
el que aleja los lados con un foco.
Ilumine lo que ilumine, no hay sombra.
Se apropia objetivamente del volumen de las cosas y sus nombres,
se simplifica para emerger. Su presencia es el rey de los gentilicios.
Simula ser un aguacero,
transparencia pulverizada, vapor que se mira y gime.
No ve nada, todo fue descubierto por su apariencia.
Cuando cesa la imagen, la pulpa del tiempo se reúne
para dislocar espacios en la boca. Entonces
todas las iniciales se vuelven puras y mayúsculas.
Mástil. Hay que fijarse en los labios; se aprietan
como la madre de los besos y después sueltan la flora
por toda la madera erecta para desconquistarla.
Después viene Barco, con su mismo soplo se aleja,
se deja caer sobre el pecho;
atraviesa los copos medulares del sonido,
enfría las clavículas.
Al mar lo decapita,
al cielo lo desclava.
Se fue mástil.
Cómo vibra su estela si ejerzo la grafía
sonora de su cuerpo contra el cristal en blanco de mi cuerpo sin mundo.
Cómo se apropia el verbo del dibujo.
Estela y cuerpo, abstraídos impuros,
como una sola advocación proteica. Están solos,
todo está solo y se erosiona con la carne del labio
con la humedad de la lengua.
Estela y cuerpo se abren, se vacían, se descomponen.
Son trompos que silban desde una llaga seca,
seminal, intercostal,
profunda, que el corazón se afana en impostar.
En afinar la muerte,
en materializarse.