El amanecer.

[Carlos Aristy]

El amanecer.

Para la Dra. Adriana Lewis Galanes.

Yo dejé los adioses entre las páginas del último libro.
Mendingando las palabras que abarcaran lo justo y necesario
para la ocasión que se presenta, el adiós inconsecuente
y necesario para la subsistencia de nuestras almas.


El mago se oscurece en su malabarismo de palabras
y los pañuelos de colores excitados se hacen escasos.
Yo duelo la caricia de tus manos y añoro el tibio roce de tu piel.
Las huellas entumecidas de mis dedos sobre el hielo de tu corazón.
Hay un dolor de hinojos sobre tus ojos al coagularse tus lágrimas,
como un agua bendecida que se avecina al mismo borde de tus párpados.
Yo quisiera enjuagar el torrente de tu alma,
contenerlo, así, como una presa que asiste a su desafío.
Las palabras se arropan contra el frío que brota de tu alma.

En Filadelfia llora ante el poema Adriana con su copa de vino,
atrás queda la universidad y su universo mitológico.
Los libros escritos y los que nunca vieron su nacimiento.
Nosotros compartimos ese suicidio, a veces yo me saco de las axilas
páginas en blanco, tú tienes un libro en la vagina
que llora como un niño porque no acaba de nacer.
Hace tanta tinta que el corazón no late,
tantos años de tiempo, de poema en poema,
de metáfora desfigurada y quebradillas degustadas.
Pomos de pura envidia, a la Lorca, y unos tragos ahumados
de pura poesía matutina, pincelazos de rojos y naranjas
por todas nuestras paredes, y unos verdes, unos verdes
azulosos que nos arrancan la melodía de la garganta.
Hay poemas que se derriten como helados de vainilla.
Otros saben a chocolate de Suiza, pero el cacao es nuestro, no de ellos.
Adriana se intoxica en su porto dulce y me habla entusiasmada
de su preocupación intelectual sobre el poema,
“la nostalgia nos muerde como un perro”,
y yo la calmo con mis ojos, con la mirada del que sabe,
conocedor de lo incógnito, báscula de cielo gris,
algarabía de merengues y lentitud de boleros,
quejumbre de tangos y calles adoquinadas,
no importa donde, en Buenos Aires o Santo Domingo,
son las mismas calles, terminan en el mismo sitio.
El corazón late en nuestros pechos,
mañana será un nuevo día...

[Norma Duch]

Carlos Aristy,

Con qué intensidad llega este magnífico poema... las imágenes surgen, se dan vuelta, conversan, acarician, gritan... un concentrado de vivencia y sentimiento en cada verso. Un placer de lectura.
Mis abrazos,
Norma

[Carlos Aristy]

Carlos Aristy,

Con qué intensidad llega este magnífico poema... las imágenes surgen, se dan vuelta, conversan, acarician, gritan... un concentrado de vivencia y sentimiento en cada verso. Un placer de lectura.
Mis abrazos,
Norma

Muchas gracias Norma por tu bello comentario. Abrazos.