Conservas la pureza de la piedra
Publicado: Vie, 13 Mar 2015 20:45
Conservas la pureza de la piedra
sobre el nido del áspid.
Porque también la vida te sorprende
con las manos bañadas de sol
y una sonrisa de estrella. Y no sabes qué decirle,
tan solo acercas el labio soñoliento
ante la solemnidad de una pregunta.
Y escapas o lo aceptas,
porque aún no tienes edad para comprenderlo.
Es una conquista
abandonarse cada noche
en manos de las horas
y dejar que entierren, bajo los párpados despiertos,
la seguridad de una promesa.
Al silencio de la lluvia le sigue un surco en la arena
que los ojos reconocen.
Pero aún no tienes edad para comprenderlo,
ni dispones de una estrategia definida
que te permita olvidarlo.
Pisas los días con los pies de la inocencia,
y el original te lleva a cometer otros pecados
de los que ahora me arrepiento;
porque ninguno de ellos cumplió con las expectativas
prometidas,
ni pudieron llenar el vacío de los diarios.
Aún retumba en la memoria el eco de aquellas voces
como el metal que ejecuta una sentencia
sobre el cuello inclinado de un reo
que nunca supo de leyes
ni a nadie hizo daño sino a sí mismo.
Y aprendes
a ignorar el rastro que deja la lluvia
después de un fracaso,
porque en él siempre se vislumbra
la lejanía de un recuerdo o el perfil difuminado
de una soledad que intuyes
pero no puedes darle forma.
Y sabes que jamás
tendrás edad suficiente
para comprenderlo.
NOTA ACLARATORIA: Lo que escribo no siempre es autobiográfico, ni significa que esté viviendo esas circunstancias.
sobre el nido del áspid.
Porque también la vida te sorprende
con las manos bañadas de sol
y una sonrisa de estrella. Y no sabes qué decirle,
tan solo acercas el labio soñoliento
ante la solemnidad de una pregunta.
Y escapas o lo aceptas,
porque aún no tienes edad para comprenderlo.
Es una conquista
abandonarse cada noche
en manos de las horas
y dejar que entierren, bajo los párpados despiertos,
la seguridad de una promesa.
Al silencio de la lluvia le sigue un surco en la arena
que los ojos reconocen.
Pero aún no tienes edad para comprenderlo,
ni dispones de una estrategia definida
que te permita olvidarlo.
Pisas los días con los pies de la inocencia,
y el original te lleva a cometer otros pecados
de los que ahora me arrepiento;
porque ninguno de ellos cumplió con las expectativas
prometidas,
ni pudieron llenar el vacío de los diarios.
Aún retumba en la memoria el eco de aquellas voces
como el metal que ejecuta una sentencia
sobre el cuello inclinado de un reo
que nunca supo de leyes
ni a nadie hizo daño sino a sí mismo.
Y aprendes
a ignorar el rastro que deja la lluvia
después de un fracaso,
porque en él siempre se vislumbra
la lejanía de un recuerdo o el perfil difuminado
de una soledad que intuyes
pero no puedes darle forma.
Y sabes que jamás
tendrás edad suficiente
para comprenderlo.
NOTA ACLARATORIA: Lo que escribo no siempre es autobiográfico, ni significa que esté viviendo esas circunstancias.