Todavía
Publicado: Jue, 12 Mar 2015 11:50
Abrimos las pisadas
para abarcar más mundo al recorrernos
y se nos colaron, sin querer,
las arrugas de un recuerdo inmaduro.
Nos queríamos tanto
que la lluvia escanciaba nuestros restos
sobre las fuentes lejanas, huérfanas
de esa música húmeda donde abrevan los pájaros
sus estribillos más dulces,
pero a veces el peso del tiempo es tan inmenso
que se nos tuerce la espalda y el camino
se embadurna de péndulos cansados
que entorpecen los pasos.
Quisimos volar muy alto,
allí donde nos estallara en los oídos
el epicentro sordo de un tornado
y nos supiera a brisa la sentencia
que nunca pronunciamos,
contemplamos con sed a las palmeras
sin sentir su sed de caucho
en nuestro beso aparte.
Fuimos silencio roto por la chispa
de los que se piensan tarde,
corazón amante de los paisajes contiguos
con olor tembloroso de aventura,
abrimos demasiado los brazos
y se nos hendió la extrañeza de sabernos
más lejos que nunca,
como si ese juramento que nos sirvió de sábana
aquel octubre roto
nunca hubiera existido.
Hoy somos despertar en flor en otros brazos,
estrella polar de esos sueños
que nunca nos soñamos,
hoy las caricias saben a sofá y a chimenea
y en el rostro se nos refleja un rostro
que nos mira despacio y nos advierte
de la importancia extrema de mirarse
cuando faltan los verbos en la boca.
Hoy los besos no se descuelgan de tu risa
pero todavía, solo a veces,
te escucho, murmullo, entre sus labios.
para abarcar más mundo al recorrernos
y se nos colaron, sin querer,
las arrugas de un recuerdo inmaduro.
Nos queríamos tanto
que la lluvia escanciaba nuestros restos
sobre las fuentes lejanas, huérfanas
de esa música húmeda donde abrevan los pájaros
sus estribillos más dulces,
pero a veces el peso del tiempo es tan inmenso
que se nos tuerce la espalda y el camino
se embadurna de péndulos cansados
que entorpecen los pasos.
Quisimos volar muy alto,
allí donde nos estallara en los oídos
el epicentro sordo de un tornado
y nos supiera a brisa la sentencia
que nunca pronunciamos,
contemplamos con sed a las palmeras
sin sentir su sed de caucho
en nuestro beso aparte.
Fuimos silencio roto por la chispa
de los que se piensan tarde,
corazón amante de los paisajes contiguos
con olor tembloroso de aventura,
abrimos demasiado los brazos
y se nos hendió la extrañeza de sabernos
más lejos que nunca,
como si ese juramento que nos sirvió de sábana
aquel octubre roto
nunca hubiera existido.
Hoy somos despertar en flor en otros brazos,
estrella polar de esos sueños
que nunca nos soñamos,
hoy las caricias saben a sofá y a chimenea
y en el rostro se nos refleja un rostro
que nos mira despacio y nos advierte
de la importancia extrema de mirarse
cuando faltan los verbos en la boca.
Hoy los besos no se descuelgan de tu risa
pero todavía, solo a veces,
te escucho, murmullo, entre sus labios.