Editorial Alaire

El cielo incendia de otoño los escaparates.
Las prisas de las calles se reflejan en ellos
madurando
bajo los pies de un trayecto conocido.

En el anonimato de un rostro
asoma un gesto familiar.
Una imagen que recuerda un amor reciente;
la nostalgia
de una historia no olvidada.

Me invade el vértigo y nadie más lo sabe,
y nadie más lo sabe…
No quiero zozobrar
antes de arribar al puerto de mi casa.
Suelto las amarras
en los brazos de un sillón descolorido.
Me sorprenden los restos de un naufragio
en el cajón donde aún conservo todos sus recuerdos:
las fotos de nuestro último viaje
con las esquinas dobladas
y el brillo metálico de la felicidad desdibujando cada sonrisa;
el ticket de una película,
la que vivimos con los ojos cerrados y la pausa de los besos;
una postal de navidad
que contiene
los mejores deseos para todo un año,
o aquella caracola que encontraste
en la arena de una playa,
la que decías que escondía el secreto de un océano.

Una luz contradictoria
atraviesa la sala mientras descuelgo el teléfono
en la clandestinidad
de una mirada. Y se hace tan real
los labios de las noches con sabor a sueños compartidos,
o la seda de las sábanas
traicionando la verdad
de nuestra piel al descubierto,
que oír su voz
se me hace tan necesario como la respiración
en el aire que escasea del momento.

El azar de la vida
se oculta bajo la impaciencia de los dedos.
Odio ser formal,
pero esta vez no palpitará mi destino en manos de un impulso.
Y dejo que sean los segundos
quienes impongan el anonimato, con su traje de olvido,
sobre el rostro
de cualquier desconocido.

Es en casa donde podemos soltar amarras. Y las cosas parece que nos hablan de una historia no zanjada, porque aun pesa la zozobra.

Buen final, me gusta:

El azar de la vida
se oculta bajo la impaciencia de los dedos.
Odio ser formal,
pero esta vez no palpitará mi destino en manos de un impulso.
Y dejo que sean los segundos
quienes impongan el anonimato, con su traje de olvido,
sobre el rostro
de cualquier desconocido.

Salud.

Cada vez me gusta más leerte. Precioso poema que he disfrutado
Besos
Pilar

"o la seda de las sábanas
traicionando la verdad
de nuestra piel al descubierto"

Muy bellos versos. El primero: "El cielo incendia de otoño los escaparates" también lo es, y todo el poema se desenvuelve en un clima de belleza estética entre estilizadas descripciones. Lo he disfrutado.

Un abrazo, Miguel Ángel.

Me sorprenden los restos de un naufragio
en el cajón donde aún conservo todos sus recuerdos:
las fotos de nuestro último viaje
con las esquinas dobladas


Nunca olvides que no estas solo !!!!Gracias es una maravilla

Mil besos

Curra

Miguel Ángel Martínez Góm, Estupenda entrega de un sentir universal, poeta! Con mi aprecio.

[quote="Miguel Ángel Martínez Góm"]

Se nota amigo tu bien decir, buen poema <Miguel Angel, me ha gustadp mucho, poeta

Un fuerte abrazo

Gonzalo

Muchas gracias por pasar, amiga Tigana.
Un abrazo.

Muchas gracias, Pilar. Me anima tu valioso comentario.
Un abrazo fuerte.

Óscar, me alegro que te haya gustado el poema.
Muchas gracias por pasar a comentar.
Un fuerte abrazo, amigo.

Muchas gracias, Curra, por tu amabilidad y sensibilidad.
Un abrazo fuerte.

Muchas gracias por tu apoyo y cercanía, Carlos.
Un fuerte abrazo, amigo.

Amigo Gonzalo, me alegro que haya sido de tu agrado el poema.
Un fuerte abrazo, amigo.

Miguel Ángel Martínez Góm escribió:El cielo incendia de otoño los escaparates.
Las prisas de las calles se reflejan en ellos
madurando
bajo los pies de un trayecto conocido.

En el anonimato de un rostro
asoma un gesto familiar.
Una imagen que recuerda un amor reciente;
la nostalgia
de una historia no olvidada.

Me invade el vértigo y nadie más lo sabe,
y nadie más lo sabe…
No quiero zozobrar
antes de arribar al puerto de mi casa.
Suelto las amarras
en los brazos de un sillón descolorido.
Me sorprenden los restos de un naufragio
en el cajón donde aún conservo todos sus recuerdos:
las fotos de nuestro último viaje
con las esquinas dobladas
y el brillo metálico de la felicidad desdibujando cada sonrisa;
el ticket de una película,
la que vivimos con los ojos cerrados y la pausa de los besos;
una postal de navidad
que contiene
los mejores deseos para todo un año,
o aquella caracola que encontraste
en la arena de una playa,
la que decías que escondía el secreto de un océano.

Una luz contradictoria
atraviesa la sala mientras descuelgo el teléfono
en la clandestinidad
de una mirada. Y se hace tan real
los labios de las noches con sabor a sueños compartidos,
o la seda de las sábanas
traicionando la verdad
de nuestra piel al descubierto,
que oír su voz
se me hace tan necesario como la respiración
en el aire que escasea del momento.

El azar de la vida
se oculta bajo la impaciencia de los dedos.
Odio ser formal,
pero esta vez no palpitará mi destino en manos de un impulso.
Y dejo que sean los segundos
quienes impongan el anonimato, con su traje de olvido,
sobre el rostro
de cualquier desconocido.

¡ Qué belleza de poesía... llena de imágenes... sensoriales! Mi más sincera enhorabuena.
Un abrazo.
BEGOÑA.

[quote="Miguel Ángel Martínez Góm"]

Todo el poema es precioso Miguel Ángel, transmites muy bien esa zozobra, ese

-vértigo que nadie más lo sabe-

me gusta la reiteración en ese punto y tantos sentimientos tan comunes a muchos en algún momento de la vida,

-que oír su voz
se me hace tan necesario como la respiración
en el aire que escasea del momento.-

Y la estrofa final cierra perfectamente este bellísimo poema, felicidades compañero.
Un abrazo.