Editorial Alaire

Donde todos los árboles tiemblan
todos los ánades se equivocan
ante un silencio espeso
limpia y de cobre
cuelga la mirada
me dice en voz baja
“no te la cambies nunca”
me apresuré a darle las gracias
(me ayuda solícito a ponerme la chaqueta)
y le entregué mi libro de poemas
lo miró y leyó el prólogo
creo que se dio cuenta de la omisión
¡no se lo había dedicado!
pero no dijo nada
calló como un muerto
se limitó a esbozar una sonrisa compasiva
de labios morados y cejas moscovitas
qué error no dedicar el libro al maestro
sólo se me ocurre a mí
“Sublevación Inmóvil”
me lo había dedicado
y enviado a Barcelona, hace años,
no me lo perdonaré nunca
pero qué le vamos a hacer
ya es tarde…

Esta mañana subí unos peldaños desgastados
hasta el segundo piso, donde una anciana
acababa de fregar el rellano de la escalera.
En la puerta de la izquierda
vivía Antonio Gamoneda
en la casa del Crucero, un barrio
ferroviario de León.
Con el pomo de la puerta, quise pedirle disculpas.
Pero salió la anciana, sorda, delgada y desconfiada
que fregaba y miraba por el hueco de la escalera
y me dijo que allí ahora no vivía nadie.
Me vinieron entonces imágenes de poemas
que se posaron en mi lengua
la luna de la palangana
el silencio y las mantas
las cuerdas de presos
y el penal de San Marcos.

Aquél mismo día, Antonio Gamoneda
por las piernas de una azafata de Iberia
extravió una carpeta con poemas
Inéditos en el puente aéreo a Barcelona.

Manuel Alonso escribió:Donde todos los árboles tiemblan
todos los ánades se equivocan
ante un silencio espeso
limpia y de cobre
cuelga la mirada
me dice en voz baja
“no te la cambies nunca”
me apresuré a darle las gracias
(me ayuda solícito a ponerme la chaqueta)
y le entregué mi libro de poemas
lo miró y leyó el prólogo
creo que se dio cuenta de la omisión
¡no se lo había dedicado!
pero no dijo nada
cayó como un muerto
se limitó a esbozar una sonrisa compasiva
de labios morados y cejas moscovitas
qué error no dedicar el libro al maestro
sólo se me ocurre a mí
“Sublevación Inmóvil”
me lo había dedicado
y enviado a Barcelona, hace años,
no me lo perdonaré nunca
pero qué le vamos a hacer
ya es tarde…

Esta mañana subí unos peldaños desgastados
hasta el segundo piso, donde una anciana
acababa de fregar el rellano de la escalera.
En la puerta de la izquierda
vivía Antonio Gamoneda
en la casa del Crucero, un barrio
ferroviario de León.
Con el pomo de la puerta, quise pedirle disculpas.
Pero salió la anciana, sorda, delgada y desconfiada
que fregaba y miraba por el hueco de la escalera
y me dijo que allí ahora no vivía nadie.
Me vinieron entonces imágenes de poemas
que se posaron en mi lengua
la luna de la palangana
el silencio y las mantas
las cuerdas de presos
y el penal de San Marcos.

Aquél mismo día, Antonio Gamoneda
por las piernas de una azafata de Iberia
extravió una carpeta con poemas
Inéditos en el puente aéreo a Barcelona.

Manuel, la historia es preciosa, como la poética forma conque la desarrollas.
Me gustan tus poemas, sí.
Un abrazo, Luna.-

Manuel, estoy deacuerdo con luna ...
La historia es tierna y hermosa

Mil gracias
Besos

Curra

Ya no me pierdo tus poemas. Tu forma de escribir es muy original y placentera.
Estos versos los disfruté.
Abrazos
Pilar

Gracias Luna amiga, un abrazo.

Un poema que parece un viaje en el tiempo. Jugando con anecdotas y encuentros con el maestro.
Me ha gustado mucho el final.

Aquél mismo día, Antonio Gamoneda
por las piernas de una azafata de Iberia
extravió una carpeta con poemas
Inéditos en el puente aéreo a Barcelona.

Te felicito Manuel.
Salud.

Gracias Curra, eres muy amable, un beso, amiga.

Un hermoso poema que he disfrutado, amigo Manuel.
Un abrazo fuerte.

Manuel Alonso escribió:

Me vinieron entonces imágenes de poemas
que se posaron en mi lengua
la luna de la palangana
el silencio y las mantas
las cuerdas de presos
y el penal de San Marcos.

Aquél mismo día, Antonio Gamoneda
por las piernas de una azafata de Iberia
extravió una carpeta con poemas
Inéditos en el puente aéreo a Barcelona.

Mira Manuel, como tú eres genial, las cosas que te pasan y que escribes han de ser geniales como lo es este poema...
¿En serio se perdió el maestro por las piernas de una azafata?
Qué gusto leerte, amigo-
Un abrazo.

Manuel ¿a qué no te atreves?
Apuestas y vences con la palabra que te envuelve y nos envuelves en ellas.
Mágico Manuel.


Abrazos marinos.

Gracias Pilar eres muy amable, un beso amiga.

Gracias Tigana, eres muy amable, un beso, amiga.

Hermosa la anécdota y edificante la historia, paisano. Una gran suerte compartir espacios urbanos y vivencias con el poeta de León y sus piedras, sus versos por las aceras.
Salud.

Muchas gracias Miguel Angel, eres muy amable, un abrazo, amigo.

Has desarrollado en forma de poema todo un narro, una historia donde el sentimiento parece desbordar el contenido, muy ameno, muy bueno el tema.
Ernesto C.