Editorial Alaire

CUANDO MUERE UN PAJARITO

El pájaro cayó,
abandonó su nido antes de tiempo.
Ahora siente el mundo a ras del suelo.

No recibe alimento, auxilio ni protección;
sin embargo no tiene miedo
ni sabe del peligro. No conoce lo que es volar
y apenas tiene instintos. Percibe que la sed y el hambre
se vuelven de repente algo endémico y estable,
y que aquello que llaman muerte (y él ignora) es el fruto
de un proceso difuso y agridulce.

Poco a poco
se apaga su sentir en esta vida; como la llama de una vela
que tiembla sin oxígeno.

Ser consciente de uno mismo es saberse
a un paso de la nada o a la misma
distancia de lo eterno.

La inconsciencia consiste en no soñar
ni haber vivido (como la agonía
de un pájaro en el suelo).


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Un poema hermoso amigo José Manuel, esa inconsciencia de no soñar ni haber vivido, amigo, que tu resaltas al final, propia de los animales o que nos parece a nosotros, a un paso de la nada o a la misma distancia de lo eterno, bellísimos versos. Un placer y un abrazo.

Ser consciente de uno mismo es saberse
a un paso de la nada o a la misma
distancia de lo eterno.

Precioso
Muchas gracias
Curra

Filosofía y belleza en este dulce poema. Un placer leerte
Besos
Pilar

José Manuel Sáiz, Dura alegoría en buen decir. Mi aplauso, poeta!

Manuel Alonso escribió:Un poema hermoso amigo José Manuel, esa inconsciencia de no soñar ni haber vivido, amigo, que tu resaltas al final, propia de los animales o que nos parece a nosotros, a un paso de la nada o a la misma distancia de lo eterno, bellísimos versos. Un placer y un abrazo.

Muchas gracias, Manuel, amigo.
Un fuerte abrazo para tí.
J. Manuel

Muy interesante comparación poética. Me ha gustado mucho el planteo. Lo veo casi como una parábola, cuya conclusión es, no sólo incuestionable, sino plausible.

Un abrazo, compañero.
Óscar

Un poema muy hermoso y reflexivo que he disfrutado, amigo José Manuel.
Enhorabuena y un abrazo fuerte.

Me gusta, José Manuel, me gusta mucho.

Ternura y habilidad descriptiva en el desarrollo, para terminar con un aire reflexivo. El contundente baile de los dos tercetos finales recuerdan el discurrir de un soneto, su calidad reflexiva sobre la consciencia y la muerte refuerzan esa sensación de clasicismo. Queda "un no se qué balbuciendo" al terminar de leerlo. Es decir: poesía.

Un abrazo, amigo.