Editorial Alaire

Recuerdo cuando fuiste –amor-
pan de mi casa.

Y desde entonces guardo –vacío- en el armario
callado e intemporal de la cocina
un cajón con cuchillos permeables y desérticos,
dos tenedores romos,
cucharas de alma inútil
y ojeras de aquel lunes –ya un mes y no lo olvido-
en que el domingo a solas comimos flan de postre
con celos caducados.

No sé si hay servilletas en el cajón del fondo
para limpiar mi boca solitaria
de las mil comisuras
que compramos –¿recuerdas?-
para empanar los besos
en alguna sección de congelados.

Ya no me huele a hogar el fuego en la cocina;
abúlica la mesa
se obstina entre las sillas
que extrañan en silencio
tu cuerpo intransigente.

No hay flores en el búcaro.
Todo huele a derrota
y a plato recocido y preparado.

Guisar para mí sólo carece de sentido;
ni gruñe la campana, ni en el lavavajillas
se duchan los cubiertos.

Estoy por no fregar jamás mi boca
y ahogarme en la distancia
de esa huella carmín que me interpela
desde el borde afilado de tu vaso.

Santiago Redondo Vega 02/05/08

Cómo las ausencias nos desamparan. Me identifico con el poema
Un abrazo
Pilar

Excelente. Me ha encantado. Con un lenguaje claro y conciso y empleando metáforas culinarias y domésticas has trascendido un tema como el de la ausencia o la pérdida, con verdadera maestría. Te felicito por este trabajo que llega al corazón y a la sensibilidad del lector.
Un abrazo.
J. manuel

Extraordinario abordaje del amor y sus derrotas en el contexto doméstico y cotidiano. Una original y acertadísima manera de acercarnos a la vida diaria en la que se nos va quedando apegada la carne y mucho de lo que damos en llamar alma. Un gran poema, Santiago.
Salud.

como afirma Julio, de qué acertadíama manera
abordas la nostalgia, desde lo cotidiano
el día a día, la vida misma con su dolor y lejanías

un poema grande querido amigo

un abrazo

.

Amigo Santiago, la lectura de tu poema resulta sumamente conmovedora y, a la vez, cercana, quizás en parte por la descripción que logras del lugar y de las cosas que toman otro papel en la soledad y en el recuerdo. Los dos primeros versos, son notables, dotados de una sensibilidad y claridad envolventes. Además, el uso del pan como elemento céntrico del hogar y como imagen de lo representativo del tú ausente, es notable. Otro aspecto muy destacable, es el uso que realizas del retrato, todo lo que resulta en ausencia, en lejanía. En suma, querido amigo Santiago, me parece un poema muy interesante, muy bien trabajado desde lo emocional y lo formal, y lleno de una cotidianeidad que es tan triste como la que ocurre en muchas soledades. Un gusto, amigo.

Mi abrazo fraterno desde Chile, Benjamín.

Pilar escribió:Cómo las ausencias nos desamparan. Me identifico con el poema
Un abrazo
Pilar

Gracias Pilar por tu presencia y tu huella.

Ya sólo tu lectura me satisface.

Un abrazo.

Santiago Redondo Vega.

TXOPO escribió:Excelente. Me ha encantado. Con un lenguaje claro y conciso y empleando metáforas culinarias y domésticas has trascendido un tema como el de la ausencia o la pérdida, con verdadera maestría. Te felicito por este trabajo que llega al corazón y a la sensibilidad del lector.
Un abrazo.
J. manuel

Gracias Txopo por tu presencia y tus palabras.

Un abrazo.

Santiago.

Santiago Redondo Vega,

Magnífico manejo del lenguaje, del verso
y del ritmo...

me encantó, querido amigo

Un abrazo fuerte

Julio González Alonso escribió:Extraordinario abordaje del amor y sus derrotas en el contexto doméstico y cotidiano. Una original y acertadísima manera de acercarnos a la vida diaria en la que se nos va quedando apegada la carne y mucho de lo que damos en llamar alma. Un gran poema, Santiago.
Salud.

Gracias Julio por la calidad y calidez de tu paso.

Un abrazo.

Santiago Redondo Vega

Me encuentro de golpe con que unas palabras ajenas me desbordan.
Me desbordan el plato de los recuerdos.
Ese es mi postre, y mi pan de cada día.
Más valiera ni comer.
Gracias por compartir estos versos.
Saludos.
Amparo

Se desenvuelve el poema en un contexto absolutamente cotidiano, que lo hace muy cercano; de manera extraordinaria, y casi diría serena, nos trae el reflejo de un gran amor y de todo el dolor que encierra su pérdida o derrota. Me ha emocionado tu poema, los sentimientos que de él se desprendden y la sencillez con la que planteas el tema. Un gran placer leerte.



Un beso que te llegue al corazón



Ana

Santiago Redondo Vega escribió:Recuerdo cuando fuiste –amor-
pan de mi casa.

Y desde entonces guardo –vacío- en el armario
callado e intemporal de la cocina
un cajón con cuchillos permeables y desérticos,
dos tenedores romos,
cucharas de alma inútil
y ojeras de aquel lunes –ya un mes y no lo olvido-
en que el domingo a solas comimos flan de postre
con celos caducados.

No sé si hay servilletas en el cajón del fondo
para limpiar mi boca solitaria
de las mil comisuras
que compramos –¿recuerdas?-
para empanar los besos
en alguna sección de congelados.

Ya no me huele a hogar el fuego en la cocina;
abúlica la mesa
se obstina entre las sillas
que extrañan en silencio
tu cuerpo intransigente.

No hay flores en el búcaro.
Todo huele a derrota
y a plato recocido y preparado.

Guisar para mí sólo carece de sentido;
ni gruñe la campana, ni en el lavavajillas
se duchan los cubiertos.

Estoy por no fregar jamás mi boca
y ahogarme en la distancia
de esa huella carmín que me interpela
desde el borde afilado de tu vaso.

Santiago Redondo Vega 02/05/08

Conmovedor poema. Un canto a lo extraordinario y fundamental de la vida cotidiana en las parejas. Me entristeció y me hizo ver tu gran apreciación por los detalles que forman la vida. Te felicito, estimado Santiago.

Muy bueno como llevas todo ese sentimiento de soledad y nostalgia mezclado con lo cotidiano, con lo que nos hace recordar cada instante perdido.
Un abrazo

Alonso de Molina escribió:como afirma Julio, de qué acertadíama manera
abordas la nostalgia, desde lo cotidiano
el día a día, la vida misma con su dolor y lejanías

un poema grande querido amigo

un abrazo

.

Gracias Alonso por tu paso y por tan hermosas palabras.

La nostalgia es el pan de los hambrientos de sueños.

Un abrazo.

Santiago Redondo Vega