Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Óscar Distéfano escribió:Te felicito por este bello poema cargado sentimientos del tempus fugit, de añoranzas, de recuperación proustiana del tiempo. Un poema de carne y hueso, de humanidad que nos inunda. Muy merecido el reconocimiento.
Un abrazo grande.
Óscar
Ricardo José Lascano escribió:Conmovedor el movimiento de esta expresión maravillosa, desnudando el instante en la memoria sustancial, como una llave al infinito, interior de su ausencia, pero tan cercana a su llegada de complicidad sanguínea. Todo es un manjar para los ojos, una oportunidad para la lectura.
Felicitaciones, Armilo.
Abrazo sureño
RJL
Rafel Calle escribió:Gran Reserva de Alaire.
Gracias, amigo Rafel, por subir este poema. Muy emocionado por ello.Rafel Calle escribió:Gran Reserva de Alaire.
¿Recuerdas? Tenía frío. Un avión me dejó, con no sé que excusas -quizás las de siempre- en Madrid: ellos son así, pájaros poco atentos a mis necesidades. Barajas pueblo caminaba, como una sombra, buscando el abrigo insoluble que la taberna ofrece: vino y tapas, olor a tabaco antiguo -ya no se puede fumar-, el cansancio de unos ojos que piden un poco de atención. Yo te recordaba: esto le gustará a Ana. Me diste calor.Tigana Nelson escribió:Rafel Calle escribió:Gran Reserva de Alaire.
Tienes toda la razón Rafel. Y no solo este poema es un Gran Reserva, todos los versos de Miguel son únicos.
Tenía que apostillar tu comentario porque me ha emocionado.
Salud.
Muy buen poema, lleno de imágenes palpitantes.Armilo Brotón escribió:Es verdad que los ojos de viejo
lloran un palomar helado
alumbre
que disuelve la córnea hasta los pies
dolorosa búsqueda del color
que el tiempo roba.
En esa textura de vidrio
escucho
se deslizan las palabras
son arados
mientras el pensamiento
abre las venas que el invierno atora
en un ictus asesino.
Una taberna abriga
el viejo llora un relámpago
que recorre mi cuerpo
tiene ganas de vivir
sus manos tiemblan
su voz se entrecorta.
¡Como no vengas me voy!
Mi mano en su hombro.
¿Dónde viejo
dónde fueron tus aperos
de sólida muleta enamorada?
En la herrumbre del vino
en la esquina de la mesa
cuando el decanter
posó un rumor ácido de madrugada
cuando eran las tres
y todo sabía a dios
cuando dos miradas apuntaban
al cono sur de barlovento
observando emocionadas
cómo queda impreso el pasado
en el mármol líquido
de un leve y preciso instante.
