Nuestros nombres (dueto Sara A. y Óscar B.)
Publicado: Vie, 13 Feb 2015 12:41
(Dueto Sara A. y Óscar B.)
Naciste antes de que los árboles cantaran nanas al viento,
cuando noviembre cubría rojizos paseos
y cabrilleaba penachos de espuma en el ríspido mar,
desnuda e infinita como la mordedura encarnada del horizonte.
Hoy los colores tiritan en el albero de tus ojos
como pinceladas en las esquinas de los atardeceres.
Tu nombre, a veces, no me cabe en la tierra
cuando la prim–ave–ra extiende sus alas
para estallar la fragancia del pétalo.
Pueblas los labios míos, centro y latido de agua,
y tejes mis sueños con hilos de plata
creando compases de arroyos cálidos.
Quiero peinar el viento en tus pestañas
para que resumas mi esencia con tus manos de hiedra.
Corre una lágrima apócrifa por la mejilla iridiscente de la luna,
y en un temblor de lluvia, me desnuda
el cosquilleo de la pluma que eriza el alfabeto de mi piel.
Te debates como un rayo de luz en la celosía de mis dedos
y late la noche en mi vientre y es tu misterio
despertando el sortilegio del sueño
en la botánica del lóbulo que alumbra.
Hoy te abrazaré como si no hubiera más tiempo que tus ojos
mientras los párpados danzan su lenguaje universal
y tiemblas como una gota de rocío en mis brazos.
Si tan sólo pudiera tatuar dragones con mi lengua en tu espalda
y parpadear pétalos de amor
en tu nuca de rocío en celo.
Como el aliento misterioso de una loba, te amo.
Tú, Eres:
la fertilidad de mis ojos atrincherados,
el cometa que ilumina fugazmente mi cielo nocturno,
el sigilo que acurruca mi piel para hacerla tálamo,
el canto del arpa que un día fue cisne,
el dragón que siembra albores bajo mi vientre de lluvia.
Abrevo de tu boca fértil,
y vistiéndome los labios de silencio
en la madrugada de tus hombros
una dócil brisa se amotina
con la inmanencia del beso en la nuca.
Somos lo insurrecto de los cuerpos,
el célibe silencio de los ojos
que vierte nidales en la redondez del ombligo.
Ciérrame los ojos con tu noche de luciérnaga en celo
y abre los límites de mi cuerpo
con el arreglo floral de tus pestañas.
Suena una balada trémula.
Tu voz en mi oído desnuda arrabales de fuego.
Todo huele a acacia después del orgasmo.
Renáceme en tu cuerpo infinito,
sé mi péndulo retoñado
en la diáspora de un remolino de viento
donde sueño que me devuelves a la vida;
o acaso transfórmame, hazme sentir cometa.
Y la noche entera se abrió como un crisantemo
crepitando orgasmos como hojarasca seca de otoño.
Y yo quise dormir en su cuello místico,
y nos bebíamos como bocas llenas de lluvia,
y fui espiga de trigo en el almiar de sus muslos.
No concibo otra victoria que la rendición de tu nombre en mi boca,
avivar este contraluz que te nombra
y ser el temblor que muerda tus miedos y tus labios.
Si fuera un sueño, dime, ¿cómo puedes vivir en mis ojos?
Llevo tu nombre grabado en la corteza de mi soledad
para que tu amor me exista como la vida.
Serás Amado, mi Amador perfecto.
Verde- voz Sara Álvarez
Azul- voz Óscar Bartolomé
Naciste antes de que los árboles cantaran nanas al viento,
cuando noviembre cubría rojizos paseos
y cabrilleaba penachos de espuma en el ríspido mar,
desnuda e infinita como la mordedura encarnada del horizonte.
Hoy los colores tiritan en el albero de tus ojos
como pinceladas en las esquinas de los atardeceres.
Tu nombre, a veces, no me cabe en la tierra
cuando la prim–ave–ra extiende sus alas
para estallar la fragancia del pétalo.
Pueblas los labios míos, centro y latido de agua,
y tejes mis sueños con hilos de plata
creando compases de arroyos cálidos.
Quiero peinar el viento en tus pestañas
para que resumas mi esencia con tus manos de hiedra.
Corre una lágrima apócrifa por la mejilla iridiscente de la luna,
y en un temblor de lluvia, me desnuda
el cosquilleo de la pluma que eriza el alfabeto de mi piel.
Te debates como un rayo de luz en la celosía de mis dedos
y late la noche en mi vientre y es tu misterio
despertando el sortilegio del sueño
en la botánica del lóbulo que alumbra.
Hoy te abrazaré como si no hubiera más tiempo que tus ojos
mientras los párpados danzan su lenguaje universal
y tiemblas como una gota de rocío en mis brazos.
Si tan sólo pudiera tatuar dragones con mi lengua en tu espalda
y parpadear pétalos de amor
en tu nuca de rocío en celo.
Como el aliento misterioso de una loba, te amo.
Tú, Eres:
la fertilidad de mis ojos atrincherados,
el cometa que ilumina fugazmente mi cielo nocturno,
el sigilo que acurruca mi piel para hacerla tálamo,
el canto del arpa que un día fue cisne,
el dragón que siembra albores bajo mi vientre de lluvia.
Abrevo de tu boca fértil,
y vistiéndome los labios de silencio
en la madrugada de tus hombros
una dócil brisa se amotina
con la inmanencia del beso en la nuca.
Somos lo insurrecto de los cuerpos,
el célibe silencio de los ojos
que vierte nidales en la redondez del ombligo.
Ciérrame los ojos con tu noche de luciérnaga en celo
y abre los límites de mi cuerpo
con el arreglo floral de tus pestañas.
Suena una balada trémula.
Tu voz en mi oído desnuda arrabales de fuego.
Todo huele a acacia después del orgasmo.
Renáceme en tu cuerpo infinito,
sé mi péndulo retoñado
en la diáspora de un remolino de viento
donde sueño que me devuelves a la vida;
o acaso transfórmame, hazme sentir cometa.
Y la noche entera se abrió como un crisantemo
crepitando orgasmos como hojarasca seca de otoño.
Y yo quise dormir en su cuello místico,
y nos bebíamos como bocas llenas de lluvia,
y fui espiga de trigo en el almiar de sus muslos.
No concibo otra victoria que la rendición de tu nombre en mi boca,
avivar este contraluz que te nombra
y ser el temblor que muerda tus miedos y tus labios.
Si fuera un sueño, dime, ¿cómo puedes vivir en mis ojos?
Llevo tu nombre grabado en la corteza de mi soledad
para que tu amor me exista como la vida.
Serás Amado, mi Amador perfecto.
Verde- voz Sara Álvarez
Azul- voz Óscar Bartolomé