Editorial Alaire

Fascinación. La pulsera en el tobillo de Barbra Stanwick. Mortal de necesidad. Necesidad de muerte. Cáustica aflicción. El eterno retorno de lo idéntico. El eco angosto del cincel. Un túnel oculto y clandestino. Diástole de hierro. Chirría. Aquí, en mi mano, una gacela dormida. Mi alma en el silencio azul de un claro de luna. Danza como el diablo. Tu alma ensombrecida de eco y distancia. Se arrebuja plácidamente en la lluvia. Repiqueteo de tacones sobre el pavimento. Rumor de faldas. Pasos que se alejan. Frío y lluvia y granizo. Uñas que arañan el enjuto silencio de un reloj sin maquinaria. Una lágrima estilita mantiene el equilibrio –equilibro de pez fuera del agua– en el vergel del ojo. Su ojo, luna esclerótica moteada de café. La óptica del beso. Gárgola de piedra labrada. Duda si suicidarse. El agua duda en su infinita caída al infinito. Caminos de sirga. Luz blanca y estriada. Una nube calcárea calcina el cielo diletante. Pelos que se retuercen en una espiral agónica en el cuarto de baño, como muñones escamados que piden auxilio. Pelos que se mesan y se arrancan. Sin clemencia. Sin reflujo ni marea. Una araña aplastada. Sangre que se arremolina en el desagüe. Embudo bermellón. Rubor escarlata. El amor. Tu amor era una cometa abandonada en la playa, o el niño que la abandonó; mi amor, copa ofrecida a tus labios secos de arena, grial jaspeado de voz. Cutícula membranosa. La memoria es un fractal o un caleidoscopio. O un traje parcheado de vísceras.

He sobrevivido a la soledad –quimérico
inquilino, jayán aspado y miserable–.
He caminado por la superficie del sol
en una clámide de fuego
y mis pies cosquilleaban en el agua
como alas amputadas.
He atravesado con esta mano
las lentes deformadas
de la nostalgia.

Soy un esquimal de la entropía,
un desierto inoxidable; la ceniza
del ateo. Me poso en ceniceros
porque aprendí que sólo vuela
el que nunca va a quedarse.

–me sobrevienes inerme y fugitiva,
como un olor de la infancia, a lápiz
y goma de borrar, y te digo: que
el corazón se agrande–

Tus ojos de noche cautiva
iluminan el rincón solitario
de mi desnudez, donde
susurran los álamos,
y la luna esculpe las olas
de estirpe maldita y cuello
protuberante con ese brillo
nacarado tan parecido al orgasmo
o a la baba de un caracol.

Eran éstas las manos
que orillaban tu vientre de pérgola
en jinetes proscritos,
cotejando el lieder y el redil.

El sol es una profecía distante
en el glifo de tus labios,
un botín apenas satisfecho,
la sonrisa del tahúr.

Siento el aliento del lobo en la nuca.
Nunca una esquina dobló a la tristeza en un triste papel.
Hace frío allí donde el amor es un ángulo muerto.
Ahora sé que amarte fue la forma más segura de perderte,
como cuando dices adiós y sabes que no habrá una segunda vez,
y te despides con lágrimas en los ojos
y te engañas con promesas baladíes,
y los labios se despegan lentamente
dejando un vacío infranqueable,
como la cometa y el cordel.

Inmenso; el poema se apura como un vino consagrado en la liturgia tan ecléptica de la emotividad. Femenino, muy femenino el ahogo de los pistilos, la periodicidad de los ciclos, la vuelta interior de cada verso. Después, el hombre habla, caudaloso y nada profano. Aterriza y juega con el espectro de la galaxia, parece enjugar un mito salado, un azul intravenoso. Ya ha sentido, de tantas y únicas maneras, que sólo puede abrir las manos para saber la incertidumbre lúdica del maestro corazón.
Duele, duele y mucho la travesia sobre el hilo beligerante, atípico, irrepetible. Hay universos mínimos y profundos en todo el poema. Un Atlantis lírico impregnado de purísima belleza.
Ah y el título es hermoso: la emoción desnuda, el padecimiento de los deseos.

De pie para los aplausos, amigo.

Abrazo fuerte.

Un hermoso poema Óscar, grandioso, me ha gustado mucho, un abrazo, amigo.

Bien,Oscar, una entrega absolutamente lírica y de altísimo nivel. Mi felicitación y mi abrazo.

Mitsy

Amigo Óscar, siempre he sentido admiración por el lenguaje culto, y el tuyo, es del bueno...
Celebro que te haya sido de mucha utilidad, pues a la hora de componer, tienes mejores piezas para ello.
Un gran abrazo con mi felicitación más sincera.

"Siento el aliento del lobo en la nuca.
Nunca una esquina dobló a la tristeza en un triste papel.
Hace frío allí donde el amor es un ángulo muerto.
Ahora sé que amarte fue la forma más segura de perderte,
como cuando dices adiós y sabes que no habrá una segunda vez,
y te despides con lágrimas en los ojos
y te engañas con promesas baladíes,
y los labios se despegan lentamente
dejando un vacío infranqueable,
como la cometa y el cordel"

Enorme, Óscar. Todo el poema me ha encantado.
Hay muchos versos que podría destacar sobremanera.
Felicidades compañero y enhorabuena.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Inmenso; el poema se apura como un vino consagrado en la liturgia tan ecléptica de la emotividad. Femenino, muy femenino el ahogo de los pistilos, la periodicidad de los ciclos, la vuelta interior de cada verso. Después, el hombre habla, caudaloso y nada profano. Aterriza y juega con el espectro de la galaxia, parece enjugar un mito salado, un azul intravenoso. Ya ha sentido, de tantas y únicas maneras, que sólo puede abrir las manos para saber la incertidumbre lúdica del maestro corazón.
Duele, duele y mucho la travesia sobre el hilo beligerante, atípico, irrepetible. Hay universos mínimos y profundos en todo el poema. Un Atlantis lírico impregnado de purísima belleza.
Ah y el título es hermoso: la emoción desnuda, el padecimiento de los deseos.

De pie para los aplausos, amigo.

Abrazo fuerte.

Tus comentarios son poemas en sí mismos, poemas dentro de poemas, pura intertextualidad. Me gusta imaginar cada una de mis obras como un universo paralelo que se comunica íntimamente con una estructura de Multiverso.

Un fuerte abrazo, Hallie.

Manuel Alonso escribió:Un hermoso poema Óscar, grandioso, me ha gustado mucho, un abrazo, amigo.

Me alegro de que te haya gustado tanto.

Un abrazo, Manuel, y gracias por hacérmelo saber.

Precioso gracias

Mitsy Grey escribió:Bien,Oscar, una entrega absolutamente lírica y de altísimo nivel. Mi felicitación y mi abrazo.

Mitsy

Me alegro de que así te lo haya parecido.

Gracias por tu opinión, Mitsy.

Quinteño de Greda escribió:Amigo Óscar, siempre he sentido admiración por el lenguaje culto, y el tuyo, es del bueno...
Celebro que te haya sido de mucha utilidad, pues a la hora de componer, tienes mejores piezas para ello.
Un gran abrazo con mi felicitación más sincera.

Supongo que a la hora de componer cada uno utiliza sus mejores armas. En tu caso, es la métrica y la rima; en el mío, la metáfora, la retórica, el léxico y las omnímodas referencias culturales.

Un abrazo, Quinteño.

Miguel Ángel Martínez Góm escribió:"Siento el aliento del lobo en la nuca.
Nunca una esquina dobló a la tristeza en un triste papel.
Hace frío allí donde el amor es un ángulo muerto.
Ahora sé que amarte fue la forma más segura de perderte,
como cuando dices adiós y sabes que no habrá una segunda vez,
y te despides con lágrimas en los ojos
y te engañas con promesas baladíes,
y los labios se despegan lentamente
dejando un vacío infranqueable,
como la cometa y el cordel"

Enorme, Óscar. Todo el poema me ha encantado.
Hay muchos versos que podría destacar sobremanera.
Felicidades compañero y enhorabuena.

Gracias por señalarme los versos que más te han transmitido. Celebro que te haya gustado tanto el poema.

Saludos, Miguel Ángel.

Óscar Bartolomé Poy escribió:

Fascinación. La pulsera en el tobillo de Barbra Stanwick. Mortal de necesidad. Necesidad de muerte. Cáustica aflicción. El eterno retorno de lo idéntico. El eco angosto del cincel. Un túnel oculto y clandestino. Diástole de hierro. Chirría. Aquí, en mi mano, una gacela dormida. Mi alma en el silencio azul de un claro de luna. Danza como el diablo. Tu alma ensombrecida de eco y distancia. Se arrebuja plácidamente en la lluvia. Repiqueteo de tacones sobre el pavimento. Rumor de faldas. Pasos que se alejan. Frío y lluvia y granizo. Uñas que arañan el enjuto silencio de un reloj sin maquinaria. Una lágrima estilita mantiene el equilibrio –equilibro de pez fuera del agua– en el vergel del ojo. Su ojo, luna esclerótica moteada de café. La óptica del beso. Gárgola de piedra labrada. Duda si suicidarse. El agua duda en su infinita caída al infinito. Caminos de sirga. Luz blanca y estriada. Una nube calcárea calcina el cielo diletante. Pelos que se retuercen en una espiral agónica en el cuarto de baño, como muñones escamados que piden auxilio. Pelos que se mesan y se arrancan. Sin clemencia. Sin reflujo ni marea. Una araña aplastada. Sangre que se arremolina en el desagüe. Embudo bermellón. Rubor escarlata. El amor. Tu amor era una cometa abandonada en la playa, o el niño que la abandonó; mi amor, copa ofrecida a tus labios secos de arena, grial jaspeado de voz. Cutícula membranosa. La memoria es un fractal o un caleidoscopio. O un traje parcheado de vísceras.

He sobrevivido a la soledad –quimérico
inquilino, jayán aspado y miserable–.
He caminado por la superficie del sol
en una clámide de fuego
y mis pies cosquilleaban en el agua
como alas amputadas.
He atravesado con esta mano
las lentes deformadas
de la nostalgia.

Soy un esquimal de la entropía,
un desierto inoxidable; la ceniza
del ateo. Me poso en ceniceros
porque aprendí que sólo vuela
el que nunca va a quedarse.

–me sobrevienes inerme y fugitiva,
como un olor de la infancia, a lápiz
y goma de borrar, y te digo: que
el corazón se agrande–

Tus ojos de noche cautiva
iluminan el rincón solitario
de mi desnudez, donde
susurran los álamos,
y la luna esculpe las olas
de estirpe maldita y cuello
protuberante con ese brillo
nacarado tan parecido al orgasmo
o a la baba de un caracol.

Eran éstas las manos
que orillaban tu vientre de pérgola
en jinetes proscritos,
cotejando el lieder y el redil.

El sol es una profecía distante
en el glifo de tus labios,
un botín apenas satisfecho,
la sonrisa del tahúr.

Siento el aliento del lobo en la nuca.
Nunca una esquina dobló a la tristeza en un triste papel.
Hace frío allí donde el amor es un ángulo muerto.
Ahora sé que amarte fue la forma más segura de perderte,
como cuando dices adiós y sabes que no habrá una segunda vez,
y te despides con lágrimas en los ojos
y te engañas con promesas baladíes,
y los labios se despegan lentamente
dejando un vacío infranqueable,
como la cometa y el cordel.

Un torrente de genialidad.
Repito que es complicado señalar porque todo me parece magnífico pero hay versos, frases, estrofas, que sobresalen y me atrapan.
En este poema encontré la palabra "jayán" que me recordó mi poema y por eso lo busqué y lo subí ayer.
Felicidades Óscar.
Abrazos.

Marisa Peral escribió:

Óscar Bartolomé Poy escribió:

Fascinación. La pulsera en el tobillo de Barbra Stanwick. Mortal de necesidad. Necesidad de muerte. Cáustica aflicción. El eterno retorno de lo idéntico. El eco angosto del cincel. Un túnel oculto y clandestino. Diástole de hierro. Chirría. Aquí, en mi mano, una gacela dormida. Mi alma en el silencio azul de un claro de luna. Danza como el diablo. Tu alma ensombrecida de eco y distancia. Se arrebuja plácidamente en la lluvia. Repiqueteo de tacones sobre el pavimento. Rumor de faldas. Pasos que se alejan. Frío y lluvia y granizo. Uñas que arañan el enjuto silencio de un reloj sin maquinaria. Una lágrima estilita mantiene el equilibrio –equilibro de pez fuera del agua– en el vergel del ojo. Su ojo, luna esclerótica moteada de café. La óptica del beso. Gárgola de piedra labrada. Duda si suicidarse. El agua duda en su infinita caída al infinito. Caminos de sirga. Luz blanca y estriada. Una nube calcárea calcina el cielo diletante. Pelos que se retuercen en una espiral agónica en el cuarto de baño, como muñones escamados que piden auxilio. Pelos que se mesan y se arrancan. Sin clemencia. Sin reflujo ni marea. Una araña aplastada. Sangre que se arremolina en el desagüe. Embudo bermellón. Rubor escarlata. El amor. Tu amor era una cometa abandonada en la playa, o el niño que la abandonó; mi amor, copa ofrecida a tus labios secos de arena, grial jaspeado de voz. Cutícula membranosa. La memoria es un fractal o un caleidoscopio. O un traje parcheado de vísceras.

He sobrevivido a la soledad –quimérico
inquilino, jayán aspado y miserable–.
He caminado por la superficie del sol
en una clámide de fuego
y mis pies cosquilleaban en el agua
como alas amputadas.
He atravesado con esta mano
las lentes deformadas
de la nostalgia.

Soy un esquimal de la entropía,
un desierto inoxidable; la ceniza
del ateo. Me poso en ceniceros
porque aprendí que sólo vuela
el que nunca va a quedarse.

–me sobrevienes inerme y fugitiva,
como un olor de la infancia, a lápiz
y goma de borrar, y te digo: que
el corazón se agrande–

Tus ojos de noche cautiva
iluminan el rincón solitario
de mi desnudez, donde
susurran los álamos,
y la luna esculpe las olas
de estirpe maldita y cuello
protuberante con ese brillo
nacarado tan parecido al orgasmo
o a la baba de un caracol.

Eran éstas las manos
que orillaban tu vientre de pérgola
en jinetes proscritos,
cotejando el lieder y el redil.

El sol es una profecía distante
en el glifo de tus labios,
un botín apenas satisfecho,
la sonrisa del tahúr.

Siento el aliento del lobo en la nuca.
Nunca una esquina dobló a la tristeza en un triste papel.
Hace frío allí donde el amor es un ángulo muerto.
Ahora sé que amarte fue la forma más segura de perderte,
como cuando dices adiós y sabes que no habrá una segunda vez,
y te despides con lágrimas en los ojos
y te engañas con promesas baladíes,
y los labios se despegan lentamente
dejando un vacío infranqueable,
como la cometa y el cordel.

Un torrente de genialidad.
Repito que es complicado señalar porque todo me parece magnífico pero hay versos, frases, estrofas, que sobresalen y me atrapan.
En este poema encontré la palabra "jayán" que me recordó mi poema y por eso lo busqué y lo subí ayer.
Felicidades Óscar.
Abrazos.

"Jayán" es un vocablo muy cervantino. A mí también me gusta. En fin, creo que tenemos bastantes cosas en común. Gracias por señalarme una vez más los fragmentos que más te han gustado.

Un fuerte abrazo, Marisa.

curra anguiano escribió:Precioso gracias

Gracias a ti.