En incógnitas derrite su ser
Publicado: Vie, 30 Ene 2015 7:45
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La maleta de esta noche, que en incógnitas derrite su ser,
un terceto de calados, que se cosen en silencio a mi ser,
aprendiza del ser, que no saben pintar en los ojos felicidad,
resacosa del dolor, que aun sin permisos, me araña el corazón,
y el confort que acuna mis miedos, y acaricia los clavos del vivir.
Atónita en el impulso que cierra las puertas, del ansia que viví,
un paisaje que en milímetros de ternura decora, el hogar del corazón,
trepo por los palillos, y no giran en el unísono que tendrían que componer,
y esos susurros que no aprenden a silbar, el canto del ladrillo de la paz,
impotente, en la posada del fracaso, la receta de la pócima sin abril.
Un caldero, que lleno en cada instante del poso de vida que derrama la luz.
algunos gramos de ralladura de mi alma, que siendo mujer, quiere ser sonrisa,
un rincón a la brisa del mar, donde los ruidos huyan del hechizo de la luna,
mi caballo de madera, que salta a visitar los cielos, y se deja, su estela,
y ese juego de las fichas , que marcadas por la vida, reparten soledad.
Y ese verso, que los duendes de mi sueños, no saben repujar, ni tapar el gris,
y el concilio de las levedades de la magia, que no se saben compartir,
la cometa, que en el aire suspende, lo mejor que la vida rego, y mira,
y mi rezo, mi canto sin voz, la vela que se apaga y mil cajas de tesón,
Y ese sueño que vivirá mientras viva, y lo que temblando grita mi yo.
La maleta de esta noche, que en incógnitas derrite su ser,
un terceto de calados, que se cosen en silencio a mi ser,
aprendiza del ser, que no saben pintar en los ojos felicidad,
resacosa del dolor, que aun sin permisos, me araña el corazón,
y el confort que acuna mis miedos, y acaricia los clavos del vivir.
Atónita en el impulso que cierra las puertas, del ansia que viví,
un paisaje que en milímetros de ternura decora, el hogar del corazón,
trepo por los palillos, y no giran en el unísono que tendrían que componer,
y esos susurros que no aprenden a silbar, el canto del ladrillo de la paz,
impotente, en la posada del fracaso, la receta de la pócima sin abril.
Un caldero, que lleno en cada instante del poso de vida que derrama la luz.
algunos gramos de ralladura de mi alma, que siendo mujer, quiere ser sonrisa,
un rincón a la brisa del mar, donde los ruidos huyan del hechizo de la luna,
mi caballo de madera, que salta a visitar los cielos, y se deja, su estela,
y ese juego de las fichas , que marcadas por la vida, reparten soledad.
Y ese verso, que los duendes de mi sueños, no saben repujar, ni tapar el gris,
y el concilio de las levedades de la magia, que no se saben compartir,
la cometa, que en el aire suspende, lo mejor que la vida rego, y mira,
y mi rezo, mi canto sin voz, la vela que se apaga y mil cajas de tesón,
Y ese sueño que vivirá mientras viva, y lo que temblando grita mi yo.