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. Sucedió hace diez días. Una tienda situada en el municipio mallorquín de Alcúdia mantuvo durante unos días el cartel que se puede ver en la imagen, donde, con alguna falta de ortografía que esta vez ni siquiera me hace reír, se prohíbe la entrada a “perros y rumanos”. El cartel fue retirado el fin de semana pasado por la policía local. Los autores del engendro, que no son más que la vergüenza del género humano, se escudaron en los robos que han sufrido para justificar esta barbaridad. La tienda de informática es una franquicia de BEEP. Pongo el poema que escribí en el calor del momento.
Se prohíbe la entrada a los perros
con pulgas rumanas,
se prohíbe la entrada a rumanos
con vidas de perros,
se prohíbe la noche
con su parafernalia de cerveza
y tocadiscos rotos;
se prohíben las malditas banderas
que no sean la mía,
se prohíbe el bolsillo vacío
y la pobre pobreza sin avisar.
Que no entren los perros en mi tienda.
Que no entren rumanos en mi tienda.
Que no entren en Beep.
Que no entren.
Los rumanos, amigo Batania, se están convirtiendo en gente poco recomendable en nuestra Isla. Evidentemente, el dueño de esa tienda, se pasó un pueblo, pero los rumanos ( me refiero expresamente a esos que pululan por Alcudia ) son especialistas en juntarse a la manera de la mafia, para extorsionar a los pequeños establecimientos, exigiéndoles el pago de un impuesto, etc. Normalmente esos establecimientos pertenecen a gente que, a su vez, ha venido de fuera.
A ese precisamente, la banda de rumanos, le ha atracado tres veces en el último mes. Las autoridades le hicieron quitar el cartel casi de inmediato, veremos si son tan diligentes para darle protección y, sobre todo, para deportar a los delincuentes a sus lugares de procedencia.
No disculpo la xenofobia, la repudio, como la mayoría de mallorquines, pero el personaje que colgó el cartel es un señor que se siente desprotegido, ante la avalancha de delincuentes, en este caso rumanos, que llegan y permanecen de forma ilícita en Mallorca, alimentándose precisamente de otros emigrantes que intentan abrirse paso de forma legal.
En fin, cosas de los tiempos modernos, supongo.
Un cordial abrazo
Me uno a la indignación Batania, no creo que un acto así tenga disculpa de ninguna clase, hay un montón de formas de solicitar protección por temas de delincuencia e incluso de protegerse por su cuenta y riesgo, pero poner un cartel donde se asemeja a personas con perros y se prohibe la entrada de forma genérica a todos los integrantes de una comunidad donde hay de todo como, como en la viña del Señor, me parece no sólo reprobable si no además condenable.
El tema de la delincuencia es muy serio y como tal se debe tratar en las instancias que corresponda, pero generar más delincuencia con la solución, me resulta más que alarmente, porque a mi modo de ver, lo mismo de indeseable es una acción como la otra.
Un poema necesario Batania, a falta de gobiernos que hagan su trabajo, buenos son poemas.
Amigo Rafel, quiero incidir en la gravedad del asunto. Hay muchos hombres que violan y matan a sus mujeres, y nadie sale a la calle con pancartas "NO A LOS HOMBRES". Hay muchos españoles que cometen delitos sin cuento, de guante blanco y sin él, y nadie sale con carteles de "NO A LOS ESPAÑOLES". Ancianos se lían la manta a la cabeza y matan sus familiares, y nadie sale a la calle con un "NO A LOS ANCIANOS". Los que hicieron ese cartel eran unos racistas de marca, porque uno de los atributos del racismo es ése: tomar la parte por el todo.
Todos decimos cosas a la ligera en el calor del momento, y yo puedo comprender que los dueños del establecimiento las digan cuando han sufrido robos repetidos. Lo que no me parece bien es que, pasadas las horas, se haga un cartel con su parte de infografía y todo, un cartel en el que, digamos, se tarda tiempo en hacerlo, porque eso revela que esas cosas no se han dicho a humo de pajas, sino que obedecían a unas pulsiones malignas que las precedían. El hecho de que no fueran ellos los que, motu proprio, retiraran el cartel, sino que fuera la policía local la que les obligara a hacerlo, me confirma en esa impresión.
Cuando los españoles comenzaron a emigrar a Alemania, Francia, Suiza y por ahí, en la década de los 50, no todo fueron días de vino y rosas. Según cuenta el escritor Juan Manuel de Prada, cada vez que llegaban españoles, los habitantes de algunos pueblos de Alemania Occidental cerraban las puertas de sus coches, pues los españoles tenían reputación de ladrones. En Francia, un escritor avispado publicó un libro que fue un fenómeno de ventas, "Cómo tratar a tu criada española", en las que demoraba detalles sutiles para tener a raya a las hispanas, a las que se consideraba tercas y de trato difícil. El propio Borges, educado en el antiespañolismo raigal de las aristocracias porteñas, escribe con crueldad en una crónica: "¿Los españoles? Los españoles eran famosos en Buenos Aires porque eran grandes limpiadores de zapatos".
Coincido contigo, Rafel, en que no puede ser que venga nadie a robar (o a otras cosas peores). Pero los que sufren ese tipo de delitos yerran el tiro al dirigirse de forma racista a grupos humanos. Pienso que el cartel que procedía, el cartel pertinente, era aquel que atacara a las autoridades de la isla por no destinar partidas mayores a la lucha contra la delincuencia. Yo vivo en Madrid, y cuando vinieron los inspectores del COI a examinar las instalaciones olímpicas, la policía se encargó de limpiar hasta la última sombra mendicante de los lugares por los que pasaban. Lo mismo digo de la lucha antiterrorista o de las incautaciones contra los vendedores ilegales o del top-manta: está habiendo resultados porque se ponen medios.
No quiero dejar este comentario sin hacerme una autocrítica. El poema lo escribí hace cinco o seis días y quince minutos después de leer la noticia. Lo escribí en el calor del momento. Leído ahora, observo que padece de algo que suele ser el cáncer de la poesía política: la sal gorda. El poema sugiere que los delitos los cometen personas afectadas por la pobreza. Eso no siempre es así. En este caso concreto no procede, porque como dice la noticia y el propio Rafel subraya, se trata de bandas organizadas que prefieren la fácil ilegalidad a la difícil legalidad del trabajo duro y barato.
Invito, con todo, a que los foreros se metan en los foros de rumanos que hay en España (hay varios, porque es una comunidad muy activa). En ellos encontrarán mucha gente buena y trabajadora que está indignada y avergonzada ante los actos de algunos de sus compatriotas. Digo lo mismo sobre otros foros de inmigrantes.
Ah, y perdon por esta paliza que quizá no tenga nada que ver con la poesía (aunque yo pienso que tiene mucho que ver).
Querido amigo Batania, estoy de acuerdo con lo que dices. Sí, yo también recuerdo carteles en Suiza donde se prohibía la entrada a perros y a españoles.
El caso es que los emigrantes sufren las consecuencias de vivir en un país que no es el suyo. La barrera del idioma, etc., les hace sentirse desprotegidos y les convierte en un bocado apetecible par los desalmados, venidos de fuera, en este caso rumanos, pero eso no significa en ningún caso que todos los rumanos sean delincuentes.
Hoy me he desayunado con dos fotografías de gente quemada viva, ante la mirada y con el beneplácito de la policía de Johannesburgo. Esa gente eran emigrantes. La xenofobia, aunque yo no soy un experto, creo que no se puede encuadrar en los procedimientos de las bandas organizadas que extorsionan a los más desprotegidos: los que han venido de fuera.
Pasa lo mismo desde hace mucho tiempo con los chinos, que tienen que pagar una supuesta protección a las bandas mafiosas.
En fin, bueno es que salgan a la palestra esa clase de problemas. Mientras, nosotros nos quejaremos. Los poetas, estoy contigo, también pueden ser cronistas de la actualidad, por mucho que esta sea desagradable.
Un fuerte abrazo.
Ya te había hecho comentario en este poema. Me gusta tu estilo, directo, pegador. Usar la palabra para hacer defensa de lo que consideramos justo siempre será loable. Un gusto saborear tus letras, hoy no suaves y tranquilas sino enfadadas y con razón suficiente. Un abrazo.
Yo vivo en una metropolis de gran muticulturanismo. Históricamente el racismo y el etnocentrismo han cometido grandes atropellos y barbaridades. Conlleva a la segregación. Los odios nacen primero que los amores. Siempre éstas acciones son reprochables. Toma una escalación de los abusos de parte y parte para que se empiecen a resolver éstos conflictos.
Gracias por compartir tu indignación.
Por un mundo mejor!
