La Casa del Sol naciente
Publicado: Mar, 27 Ene 2015 13:15
El jugador de cartas, un borracho, un pistolero sin madre,
vaqueros descosidos en los muslos y una profunda cicatriz
en el cuello por una fallida ejecución,
acaricia un Colt 45, Peacemaker,
y baja del tren una vieja maleta con un amuleto,
para ahuyentar a la mala fortuna en el juego,
la cabellera de un piel roja.
Suena la música de un piano sin cola al pie del escenario de madera
de las botas de los vaqueros salta el polvo pálido del desierto
y hermosas mujeres jóvenes bailan, enseñan polainas y ligueros
de color púrpura debajo de las faldas que giran y vuelan como los pájaros,
las lámparas, las arañas del techo, son lenguas de fuego,
y el whisky resbala y brilla amarillo sobre el mostrador
del prostíbulo de Marianne Soleil Levant,
La Casa del Sol Naciente, la ruina de Nueva Orleans,
(si visitas la ciudad no dejes de ver un concierto,
pero no olvides la pistola)
Hay escupideras en el suelo, junto al mostrador
Y ahora un individuo muerto,
que acaba de ganar en una partida de cartas,
una vieja maleta con un amuleto,
la cabellera de un piel roja,
perdió la vida cuando intentaba abrirla,
le dispararon en la cabeza y en el brazo izquierdo.
Precisamente cuando oscurece
levantan el cadáver y suena otra vez la música del piano
en el burdel más famoso del delta Del Missisipi,
la ruina de Nueva Orleans,
y también la ruina del jugador de cartas,
borracho, pistolero sin madre,
que ahora lleva los pies encadenados a una bola de hierro,
por ser demasiado rápido con el revólver,
y tiene desolladas las manos de trabajos forzados en una cantera.
No le acompaña la suerte desde aquel funesto día
que perdió al póker la maleta con aquél amuleto,
la cabellera del piel roja.
Un indio navajo le degolló en la cárcel,
pero murió en paz, sin cargos de conciencia:
momentos antes supo, por un compañero de celda,
el pistolero sin madre, que era hijo de Marianne Soleil Levant,
la ruina de Nueva Orleans.
vaqueros descosidos en los muslos y una profunda cicatriz
en el cuello por una fallida ejecución,
acaricia un Colt 45, Peacemaker,
y baja del tren una vieja maleta con un amuleto,
para ahuyentar a la mala fortuna en el juego,
la cabellera de un piel roja.
Suena la música de un piano sin cola al pie del escenario de madera
de las botas de los vaqueros salta el polvo pálido del desierto
y hermosas mujeres jóvenes bailan, enseñan polainas y ligueros
de color púrpura debajo de las faldas que giran y vuelan como los pájaros,
las lámparas, las arañas del techo, son lenguas de fuego,
y el whisky resbala y brilla amarillo sobre el mostrador
del prostíbulo de Marianne Soleil Levant,
La Casa del Sol Naciente, la ruina de Nueva Orleans,
(si visitas la ciudad no dejes de ver un concierto,
pero no olvides la pistola)
Hay escupideras en el suelo, junto al mostrador
Y ahora un individuo muerto,
que acaba de ganar en una partida de cartas,
una vieja maleta con un amuleto,
la cabellera de un piel roja,
perdió la vida cuando intentaba abrirla,
le dispararon en la cabeza y en el brazo izquierdo.
Precisamente cuando oscurece
levantan el cadáver y suena otra vez la música del piano
en el burdel más famoso del delta Del Missisipi,
la ruina de Nueva Orleans,
y también la ruina del jugador de cartas,
borracho, pistolero sin madre,
que ahora lleva los pies encadenados a una bola de hierro,
por ser demasiado rápido con el revólver,
y tiene desolladas las manos de trabajos forzados en una cantera.
No le acompaña la suerte desde aquel funesto día
que perdió al póker la maleta con aquél amuleto,
la cabellera del piel roja.
Un indio navajo le degolló en la cárcel,
pero murió en paz, sin cargos de conciencia:
momentos antes supo, por un compañero de celda,
el pistolero sin madre, que era hijo de Marianne Soleil Levant,
la ruina de Nueva Orleans.